Gilberto Pérez Castillo

Los grupos políticos que alcanzan el poder tienen una dinámica común: nacen, crecen, llegan a su cúspide y caen. Ningún grupo político se mantiene en el poder para siempre.
Tal vez el año pasado marcó el punto máximo del grupo de políticos panistas encabezado por Francisco Ramírez Acuña, Eduardo Rosales Castellanos y Jorge Salinas Osornio.
Y tal vez este año marque el inicio de su caída.
En el 2008 este grupo parecía tenerlo todo: la mayoría en el Congreso del Estado, la dirigencia del partido en el estado, la mayoría de las dirigencias municipales, una estructura de poder en los gobiernos federal, estatal y municipal y la condición para imponer a la mayoría de las candidaturas para los cargos de elección popular que estarán en juego este año.
Pero en este 2009 todo parece complicárseles al grupo de los Ramírez-Rosales-Salinas.
Su gallo para candidato a Zapopan tuvo que bajarse; les brincó Fernando Garza en Guadalajara, complicando la elección de Jorge Salinas como candidato a alcalde; las acusaciones de corrupción empiezan a brotarles a sus aliados de Guadalajara, Zapopan y Tlaquepaque; los grupos opositores dentro del PAN amenazan con llevar a los tribunales las irregularidades en la elección de candidatos; el PRI se alía con Nueva Alianza y mejora sus condiciones de ganar las elecciones del cinco de julio; y hasta sus aliados panistas empiezan a rebelarse de la prepotencia y soberbia del trío Ramírez-Rosales-Salinas.
Por eso, el 2009 podría marcar el inicio de la caída de este grupo político que ha acumulado mucho más poder que ninguno en la historia de Jalisco.