Lo que faltaba…

Después de enterarnos que los partidos políticos postulaban como candidatos a cargos de elección popular a cantantes, artistas, actrices, futbolistas, luchadores, modelos y demás personajes sin formación política partidista alguna, pero populares en el mundo del espectáculo, la farándula y el deporte, el partido Fuerza por México sorprendió a propios y extraños.

El lunes pasado presentó como su precandidato a diputado local por el Estado de México al obispo emérito Onésimo Cepeda Silva, aunque el gusto les duró pocas horas.

Al parecer todo fue un acto propagandístico a favor del partido del dirigente de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), Pedro Haces Barba, pues siendo doctor en Derecho Constitucional -como él mismo presumió en la rueda de prensa-, resulta inconcebible que ignorara que tanto las leyes civiles como eclesiásticas le impiden a él y a cualquier otro ministro de culto -en este caso católico, en torno al Derecho Canónico- ser candidatos a un cargo de elección popular.

Cepeda Silva sabe, indiscutiblemente, que para ser candidato no le bastaba haber renunciado obligadamente al cargo administrativo que ostentaba -Obispo de Ecatepec- al cumplir los 75 años de edad en el 2012, sino que requería de una dispensa de El Vaticano para dejar de ejercer como ministro de culto que aún sigue siendo. Y eso debió de haber sucedido cinco años atrás para poder ser candidato ahora en el 2021.

En la rueda de prensa refirió que sus abogados estudiaban si podía o no ser candidato. Me pregunto: Si es doctor en Derecho Constitucional, ¿no sabía que estaba impedido? Si sus abogados estudiaban su caso, ¿por qué anunciar su aspiración y luego prestarse a ser presentado como precandidato, cuando pudo esperarse a conocer el resultado del estudio? Incluso, ¿por qué antes de salir públicamente a anunciar su precandidatura, no se comunicó con el Nuncio Apostólico quien fue el que terminó advirtiéndole que no podía ser candidato y que si lo era, perdería el cargo eclesiástico que tiene como obispo emérito?

En fin, creo que con este caso el partido Fuerza por México fue conocido por más personas, cuando menos de nombre, y seguramente le apostó a obtener alguna ganancia que se refleje en votos.

Pero si bien en política todo se vale, ¿los partidos deben apostar a su propia destrucción o degradación? ¿Postular como candidatos a quienes no cubren el perfil del cargo por el que contienden -y quizás de ninguno-, llevados únicamente por la popularidad del personaje para sumar votos -finalmente es con lo que se gana una elección, como con goles se gana un partido de futbol-, es ético para construir una buena política en el país y fortalecer al sistema de partidos en México?

¿Qué clase de parlamento tendremos si una parte de él estará integrado por actrices, artistas, cantantes, actores, deportistas, cómicos, youtubers y demás, que no sólo no conocen la Constitución sino ni siquiera cuál es el papel de un legislador? Sin capacidad ni conocimiento en la materia, ¿qué leyes esperamos que hagan y aprueben?

La confesión que le adjudican al actor Alfredo Adame de que se quedaría con 25 millones de pesos de los 40 que le darán para su campaña, refleja el nivel de estos personajes que buscan llegar al Poder Legislativo. Y ya no hablemos de lo que se puede esperar de quienes con este perfil lleguen a las alcaldías, donde los negocios están a la orden del día. Y de esto saben muy bien los empresarios que han llegado al gobierno.

Así, pues, muy mal el papel al que se prestó jugar el obispo emérito Onésimo Cepeda y no menos malo el partido que se atrevió no sólo a invitarlo sino a presentarlo públicamente como su precandidato. Insisto, eso en nada le ayuda a la política.

Pero con el cartel de candidatos que hoy tenemos para la elección de junio próximo, ¿acaso alguien demuestra que eso le importa? Definitivamente no.