Gilberto Pérez Castillo

Emilio González Márquez y sus asesores se volvieron a equivocar.

Nadie le pidió al Gobernador del Estado que asumiera toda la culpa de la muerte del niño Miguel Ángel López Rocha y de la contaminación del río que pasa por El Salto.

Pero todos esperábamos ver a un gobernante que asumiera la responsabilidad que le corresponde en este proceso de degradación ambiental que vive Jalisco, después de un año de gobierno, y a un político que tuviera la altura para no convertir este asunto, tan delicado y tan sensible, en una vulgar guerra electorera.

Emilio y su equipo en el gobierno tuvieron un inadecuado tratamiento del asunto del niño Miguel Ángel López Rocha. Primero negando lo evidente, el daño causado por la contaminación, y luego enfrentando la muerte del niño desde el cobarde reparto de culpas.

Emilio González y quienes lo asesoran cometieron el grave error de utilizar un vergonzoso instrumento para lavarse las manos de la parte de la responsabilidad que les toca por esta muerte y por esta contaminación: culpar a todos por el deterioro ambiental que sufre el estado.

Utilizando el punto de vista del gobernador, cualquier delincuente podría argumentar que no es responsable del delito que cometió, señalando que los responsables somos todos: sus padres, sus maestros, sus vecinos y hasta la víctima por haberlo provocado.

En esta perspectiva, resulta verdaderamente grotesco que un gobernante quiera tener el mismo nivel de culpa que tiene un ciudadano común o los partidos de oposición y que opte por esta vulgar herramienta para evadir su responsabilidad.

También se equivocó Emilio González cuando trato de repartirles la culpa a otros partidos políticos, que no han gobernado a Jalisco en los últimos 13 años, intentando que la muerte del niño Miguel Ángel no tuviera una repercusión electoral para su propio partido, el PAN.

Como vulgar político electorero, el Gobernador prefirió también repartir culpas al PRI y al PRD por un asunto, el llamado crédito japonés, que sucedió hace más de 10 años.

Así, antepuso los asuntos partidistas al dolor de una familia y una comunidad que merecen más respeto de su gobernante.

En respuesta al irresponsable mensaje con el que Emilio González Márquez quiso lavarse las manos de su responsabilidad como gobernante, ante la muerte del niño Miguel Ángel, sólo podemos decirle:

Que las sustancias que contaminaron el río, en el que cayó el niño, no fueron vertidas hace diez años, sino en fechas muy recientes, y gracias a funcionarios públicos que han dejado de hacer su trabajo o se han corrompido para que las industrias sigan vertiendo sus desechos en ríos y lagos,

Que la responsabilidad de su gobierno es mucho mayor de la que intenta aceptar, porque tiene en sus manos instrumentos que le permiten combatir la contaminación de ríos y lagos en el estado, y

Que un gobernante que no es capaz de admitir la responsabilidad que tiene ante sus gobernantes no le sirve a nadie.