Por Hugo Luna

Desde hace tiempo es una realidad que la mayoría de los municipios viven en  penurias.

La mayoría de las veces no les alcanza el dinero para lo más elemental, con frecuencia ni para la nómina de empleados y el pago del recibo de la  luz.

Cuando empezaron los programas de Solidaridad, después Progresa y ahora Oportunidades, descubrieron las autoridades que las partidas enviadas a los municipios son una gran  tentación.

Desde las oficinas de la ciudad de México podían esperar que enviaban recursos para obras y los alcaldes, que nunca habían visto tanto dinero junto, no los aprovecharan para pagar sueldos pendientes y los gastos más elementales.

Es cierto, algunos se quedaron con dinero, pero las supervisiones demostraron que muchas veces los recursos federales no se emplean para lo que se enviaron a los municipios por la simple y sencilla razón que hay prioridades. Como dicen, primero es comer que ser cristiano.

Eso en el lenguaje urbano se llama desviación de recursos.

Los senadores descubrieron que no se castigaba específicamente a los alcaldes por esas desviaciones.

Pobres presidentes municipales. Ahora tendrán que hacer las obras, aunque no tengan para pagar la nómina ni el alumbrado de la plaza comunitaria..

Así lo decidieron en los sabios despachos de la ciudad de México.

Lo verán como una injusticia los alcaldes de más de 1,500  municipios “jodidos”

Por esa razón, allá en el México profundo, todavía cuando hablan del gobierno federal lo llaman el Supremo Gobierno