Mientras el gobierno federal dió “luz verde” para reiniciar actividades a aquellos municipios del país que no registran contagio, siempre y cuando colinden con otros en situación similar, y los denominó “Municipios de la esperanza”, en Jalisco el gobernador Enrique Alfaro mandó una advertencia a todos los alcaldes del Estado:

“Los presidentes municipales, todos, de todos los municipios, están obligados a acatar las disposiciones que está emitiendo la máxima autoridad de Salud en el Estado. Aquí no hay municipios que abran y otros que no…”.

Ironizó -“¡pero qué necesidad!”, diría Juan Gabriel- al decir que “a alguien en un escritorio en la Ciudad de México se le ocurrió decir que había municipios que podían abrir y otros que no, que había municipios que le pusieron un nombre… ya no quiero plemizar con temas políticos… un nombre de la esperanza”, pero argumentó que el coronavirus no respeta límites territoriales. “Es un grave error el abrir municipios, unos sí y otros no”, y reiteró que en Jalisco “las medidas son para todos los municipios sin excepción”.

Al respecto pueden existir voces a favor -seguramente los pobladores de esos municipios- y voces en contra -quienes temen algún contagio-, pero valga decir que en Colombia, sin llamarlos “esperanza”, se aprobó la reactivación económica en 90 municipios sin casos de coronavirus.

En Jalisco existen 12 municipios “de la esperanza” que se enmarcan en la política federal de reanudar actividades el 100% a partir del 1 de junio: Valle de Juárez, Mazamitla, Concepción de Buenos Aires, Teocuitatlán de Corona, Zacoalco de Torres, Techaluta de Montenegro, Atoyac, Amacueca, Tapalpa, Tonaya, Huejuquilla el Alto y Villaguerrero.

Pero para descalificar la decisión del gobierno lópezobradorista, Alfaro utilizó como ejemplo a Tapalpa y explicó que abrirlo a sus actividades normales provocaría que gente de Guadalajara acudiera a ese sitio vacacional con el riesgo de registrar contagios; sin embargo, el objetivo del gobierno federal es que estos municipios regresen a la nueva normalidad local, sin que eso implique relajar la movilidad de municipios con casos de Covid-19 hacia donde no se ha registrado ninguno, como es el caso expuesto por el gobernador, quien fue muy claro al subrayar, incluso, que la actividad turística no se reactiva. Por lo tanto, su ejemplo no procede.

Yo celebro que en Jalisco se haya tomado la decisión de no regresar a las aulas para concluir el ciclo escolar de manera presencial, pero hay otros sectores que, sin duda, resentirán o sufrirán las consecuencias de ese diferendo entre Alfaro con López Obrador.

Con el Plan Jalisco de Reactivación Económica ajeno totalmente a las políticas que al respecto dio a conocer ayer el gobierno Federal, Enrique Alfaro Ramírez reitera que será permanente el “divorcio” del alfarismo con el lópezobradorismo, en una insistente e incomprensible competencia que si bien le gana los reflectores a nivel nacional -las encuestas de aprobación hoy le favorecen-, no sabemos aún cuáles serán las consecuencias para el estado ni la magnitud de las mismas.

Hay que aclarar que ese “divorcio” de Alfaro con el gobierno federal ya le generó consecuencias al sector privado: es fecha que López Obrador no responde a su llamado de auxilio -y ni lo hará-, como sí lo hizo con los empresarios de Nuevo León, la Ciudad de México y el Estado de México, y mucho menos lo ha recibido en Palacio Nacional.

López Obrador aseguró ayer que si municipios o estados no acatan las medidas del gobierno federal para la reactivacion económica “no habrá controversia, no vamos a pelearnos, a dividirnos, no vamos a apostar a la separación”, pero de acuerdo a la experiencia, sin duda que “tomará nota” de aquellas entidades que despreciaron su programa, quizás encabezadas por Jalisco.

No creo en lo dicho por López Obrador en el sentido de que no peleará con quien no acate su programa, porque en los hechos, a los jaliscienses, nos ha demostrado todo lo contrario.

Y si no, al tiempo…