Aunque violar la ley al ostentar el cargo de scretaria de Igualdad Sustantiva entre Mujeres y Hombres le parecía “un tema completamente irrelevante”, Fela Patricia Pelayo López renunció al cargo un día después de que se publicó que no cuenta con licenciatura y que firma documentos oficiales ostentándose con una profesión que no tiene.

Pero no sólo eso -como lo referí en mi entrega anterior Fela Pelayo: ignorancia, cinismo y soberbia…-, sino que como bien reza el dicho: “el pez por su boca muere”, la entrevista que concedió en video al Grupo Reforma terminó por hundirla y no dejarle otro camino que renunciar por voluntad propia, porque el otro paso era su destitución por parte del gobernador Enrique Alfaro Ramírez.

“La verdad es que me parece un tema completamente irrelevante respecto a la labor que hago; digo, al final estudié Mercadotecnia, es una carrera que no tiene nada que ver con el trabajo que hago”, declaró Pelayo López en esa entrevista, con lo que demuestra su desdén por cumplir con lo que establece la ley.

Sin embargo, vale subrayar que corresponsable de esta violación es también Alfaro Ramírez no sólo por haberla designado en un cargo para el que se requiere tener licenciatura y llamarle “licenciada”, sin serlo, en su presentación como integrante del gabinete, sino porque el Artículo 2 de la Ley de Profesiones del Estado de Jalisco establece: “Las autoridades estatales (que es el caso) y municipales son coayuvantes en la vigilancia y cumplimiento de la presente Ley y su Reglamento en sus respectivas esferas de competencia”.

Su frase de que “en México todo mundo es licenciado o licenciada” no le valió para que se pasara por alto que la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo obliga a tener una licenciatura para ser titular de una Secretaría de Estado, como tampoco le sirvió argumentar que su cargo era “un asunto de experiencia” y no de “grado académico ni por la carrera que estudie”.

En su carta de renuncia dirigida al gobernador, Fela Pelayo no reconoce que se equivocó o que incurrió en alguna anomalía o ilegalidad. Ella asegura que “mi función como Secretaria fue legítima y legal”, pero nunca estuvo en cuestionamiento su función sino su nombramiento, por no cumplir con los requisitos de ley, aunque ella alega que “no existe irregularidad alguna en el nombramiento que desempeño” (sic).

Confiesa que “los errores que hubiera podido cometer, nunca fueron con dolo, ni malicia”, cosa que tampoco nunca estuvo en juicio, pues ocupar un cargo sin cumplir los requisitos de ley no es un error sino una ilegalidad.

Correcto hubiera sido que aceptara que cumplir la ley es un tema completamente relevante y que firmar documentos oficiales ostentando una profesión que no se tenía sí cambiaba absolutamente todo, aunque ella afirmara -en la entrevista- que hacer eso “me parece que no cambia absolutamente nada”.

Así, pues, habrá que ver si el caso de Fela Pelayo registra réplicas en algunos otros miembros más del gabinete alfarista, quienes entonces tendrían que registrar aquel dicho que reza: “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar…”.

Al tiempo.