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Julio César Hernández
En el PRI el gatopardismo está tan vigente como el dedazo y la imposición desde las cúpulas. Y de ello son cómplices tanto los militantes varones como las mujeres y los jóvenes.
La férrea disciplina que caracterizó al priismo en sus tiempos de partido único, no ha desaparecido ni un ápice cuando se encuentra en la oposición, aunque es cierto que van que vuela a recuperar los grandes espacios perdidos como es la Presidencia de la República y quizás el Gobierno del Estado.
Y es que no se entiende que ayer aguerridas aspirantes a presidir la organización de las mujeres priistas jaliscienses, hoy resulten dóciles impulsoras de la candidatura única al cargo de la ex diputada federal Yolanda Rodríguez, que de todas ellas es la menos conocida entre la militancia. ¿O qué acaso los priistas ya no se acuerdan cuando su nombre apareció en la lista de candidatas a diputadas plurinominales hace tres años y se preguntaban quién era ella o confesaban no conocerla?
Pero, sí, efectivamente, la nueva dirigente de las féminas del tricolor en Jalisco será la diputada que como delegada en Zapopan no supo llegar a la cabecera y se perdió en las calles de la colonia Providencia en Guadalajara.
Así se consumó, pues, un “democrático” proceso de elección donde la imposición fue la característica del mismo.
Y luego por qué nos extrañamos que los priistas varones las utilicen únicamente para cumplir con la cuota de género -cuando de candidaturas se trata-, y luego las obliguen a solicitar licencia a favor de un suplente del sexo opuesto.
Este es el “nuevo” PRI….