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Por Hugo Luna

En  Jalisco vivimos en una encrucijada. Ya no es posible fijar  la agenda de comunicación desde Casa Jalisco, porque el estado está amenazado.

Ya no se puede ocultar la gravedad de la crisis económica, cuyos resultados desalentadores a pesar de los programas sociales la pobreza aumenta.

La presumida estabilidad de las finanzas y el empleo local se evapora con una secuela de desempleo y cierre de empresas, pequeñas y medianas, las grandes generadoras de fuentes de trabajo.

Está a prueba la inteligencia de la clase política, pues tienen que echar a un lado los prejuicios de una ortodoxia que ya es camisa de fuerza.

La crisis económica pone a prueba la inteligencia de los gobernantes y gobernados.

El petróleo se agota, y con él se acaba la palanca del desarrollo nacional. De paso, la palanca del crédito de México ante la comunidad internacional. Y como cereza del pastel las participaciones federales al gobierno estatal y sus 125 municipios.

La mayoría legislativa en el Congreso local que ha configurado el PRI debe compartir con el Gobernador Emilio González la responsabilidad de impedir que se agraven la desigualdad y la pobreza.

Si Emilio González y el PRI acuerdan medidas audaces para una situación excepcional como esta, Jalisco podrá marchar, si no, seguirá estancada, haciendo como que avanza, cuando en realidad retrocede.