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Julio César Hernández
Vaya que si el director del Tren Electrico, Jorge Méndez Gallegos, hizo estallar la ira de su jefe Diego Monraz Villaseñor, director del Sistema de Tren Eléctrico Urbano, quien al parecer actuó más con el hígado que con el cerebro.
Sucede que hace días Méndez Gallegos pidió públicamente, a través de los medios de comunicación, que se le regresaran al Tren Ligero algunos millones de pesos que le correspondían y que era necesario invertirlos ahí. Al día siguiente Monraz Villaseñor respondió que los recursos pertenecían a todo el Sistema, que de esos pesos reclamados ya algunos se habían invertido en el Tren y que “tan, tan”.
Al parecer a Diego Monraz no le gustó que un subalterno le reclamara públicamente el dinero que consideraba le pertenecía a su área y ni tardo ni perezoso reaccionó en contra de Jorge Méndez, a quien sancionó con cinco días de suspensión sin goce de sueldo, por supuesto, bajo el argumento de que no cumplió con la entrega de documentos que tienen que ver con algunos contratos de publicidad.
Si deveras incumplió, ¿la falta de Méndez Gallegos es tan grave como para ser suspendido cinco días o simplemente Diego quiso hacerle ver quién mandaba en el Sistema?
Por supuesto que el director del Tren Ligero no aceptó la sanción, asegurando que sí entregó los documentos requeridos, por lo que la apelará ante instancias superiores.
Ante este suceso me pregunto: ¿cuántas veces Diego Monraz sancionó a subalternos que no acataron sus instrucciones o que cometieron faltas más graves? Al menos públicamente no se sabe. Por eso se abre el sospechosismo de que esta sanción refleja más un acto de venganza que de justicia.