La 57 Legislatura del Congreso del Estado rechazó una iniciativa del Ejecutivo que pretendía crear la figura de la Policía Encubierta en Jalisco.

La verdad es que la pretensión del entonces Gobernador Gerardo Octavio Solís Gómez no era la de crear algo que no hay, sino la de legalizar algo que viene existiendo desde hace muchos años sin ninguna regulación.

La policía encubierta, integrada por personas que fingen no ser agentes para infiltrarse en organizaciones criminales y en organizaciones políticas y sociales, existe en la actualidad, pero su funcionamiento no está apegada a la legalidad ni esta debidamente regulada.

Hoy se sabe que el Gobierno de Francisco Ramírez Acuña tuvo una fuerte inclinación por esta práctica y que agentes encubiertos de corporaciones de Jalisco fueron infiltrados hasta en movimientos como el que encabezaba la APPO en Oaxaca, precisamente en los tiempos en los que el entonces Gobernador pretendía la Secretaría de Gobernación y trataba de demostrarle al Presidente Electo Felipe Calderón sus dotes de informante.

Infiltrados también hubo en el movimiento globalifóbico que se manifestó y fue reprimido con motivos de la Cumbre de Jefes de Estado de América Látina y el Caribe-Unión Europea, celebrada en Guadalajara el 28 de mayo de 2004.

También sabemos que prácticamente todas las policías de la zona metropolitana y la preventiva estatal también tienen grupos de agentes que se mueven como civiles, infiltrándose no sólo en organizaciones criminales sino también en organizaciones políticas y sociales.

Por eso, porque ya existen y deben ser debidamente reglamentadas, sí resulta conveniente que el Congreso del Estado legisle acerca del funcionamiento de los policías encubiertos. Con normas claras y castigos a quienes las incumplan se podrá prohibir que esos agentes se infiltren en organizaciones políticas y sociales, como sí lo hacen ahora, y enfocarlos realmente al combate de la delincuencia.

Porque son más peligrosas las policías encubiertas sin reglamentación, urge que se legisle para controlar algo que ya existe en la realidad.