Luego de la estrepitosa caída de Samuel García Sepúlveda como precandidato de Movimiento Ciudadano a la presidencia de la República, el dirigente nacional Dante Delgado Rannauro ha tratado de justificar a base de mentiras o medias verdades el severo “golpe”. Ayer, en su Consejo Nacional declaró:

“El PRIAN creyó que sacando a Samuel de la contienda iban a tener el camino libre para darle a ‘Alito’ plurinominales, porque no aspiran a nada más que eso, pero lo único que lograron fue consolidarse como los partidos más odiados, con mayor rechazo, y qué más daño le han hecho a México. Al cancelarla lo que hicieron fue intentar cancelar el futuro del país”.

Y también dijo: “Sacaron a Samuel, pero ya verán lo que es meterse con nosotros…”.

Dante Delgado trata de defender lo indefendible, y eso lo entendió muy bien el senador Clemente Castañeda quien, ante los reporteros, reconoció lo que se niega a reconocer su dirigente nacional. Dijo: “Por supuesto que debemos hacer una revisión de las cosas que se hicieron bien y que se hicieron mal (…). Todos, todos somos responsables de lo que ocurrió (…). También es cierto que la vieja política nos cerró las puertas…”.

Dante, el propio Samuel García, Álvarez Maynez y algunos otros más tienen que mentir porque no se atreven a reconocer públicamente que el único responsable de lo sucedido es el propio gobernador de Nuevo León, quien se encargó de “dinamitar” cualquier negociación que él mismo había comenzado a “tejer” con los diputados, así como la que empezaba a “plancharle” Delgado Rannauro quien tuvo que ir a Nuevo León días antes de que entrara en vigor la solicitud de licencia. La inexperiencia, la falta de oficio político, la inmadurez, su ambición y su soberbia terminaron por llevar al fracaso a quien consideraron que podía hacer el mejor que papel que tenía encomendado: dividir a la oposición.

Por eso Clemente Castañeda prefiere reconocer que “todos, todos somos responsables de lo que sucedió”, porque no puede repartir culpas, como sí lo hace Dante, a quien no corresponde, y no sería políticamente correcto señalar con el´dedo índice al verdadero responsable por ser “de casa”.

Nadie sacó a Samuel.

¿Qué necesitaba Samuel García para ser precandidato de Movimiento Ciudadano a la presidencia de la República? Primero, cumplir con los requisitos que marcaba la convocatoria emitida por el partido; segundo, que el Congreso de Nuevo León le concediera la licencia necesaria para cumplir con lo que establece la Constitución: separarse del cargo seis meses antes del día de la elección. O sea, al primer minuto del 2 de diciembre. Y el Congreso aprobó su licencia no “al cuarto para las doce”, sino desde el 26 de octubre con una abrumadora mayoría: 38 votos a favor por tres abstenciones.

¿Qué necesitaba Samuel para hacer efectiva su licencia e irse como precandidato de MC en pos de la presidencia de la República? Lisa y llanamente, conocer simplemente a quién designaría el Congreso de su Estado -por mandato constitucional- como gobernador interino, y hacerle entrega del Ejecutivo. Quizás, como reclama quienes saben hacer política, pudo haber negociado con el Legislativo el nombre y apellido de su sucesor. Pero prefirió no hacerlo. O al no estar de acuerdo con lo que los legisladores le pudieron haber exigido o solicitado, dejar que nombraran a quien ellos decidieran, siempre y cuando fuera en el marco de la ley. Y hoy la ley neolonesa no obliga a que el Mandatario interino sea del mismo partido del gobernador saliente, que era el reclamo de Samuel y a quien achacan la autoría de dicha reforma.

Pero no. García Sepúlveda se empeñó en ser él quien decidiera quién debería ser el gobernador interino sin tener facultad para hacerlo. Así se lo hizo ver el Legislativo, la Suprema Corte y el Tribunal Electoral, cuando el primero ya había decidido y tomado protesta al vicefiscal Luis Orozco Suárez. Pero Samuel le apostó a una suspensión que le otorgó un juez laboral para que en su lugar se quedara a quién él decidió: su secretario general de Gobierno, Javier Navarro. Y con esa idea, al primer minuto del 2 de diciembre hizo efectiva su licencia, pero con la sorpresa de que la Corte ratificó la facultad del Legislativo para designar al gobernador interino y, por lo tanto, a Luis Orozco.

Fue entonces que al ver que su “espalda” quedó desprotegida, Samuel García quiso dar marcha atrás, reculó y mandó publicar en el Periódico Oficial del Estado que no se iba, que no hacía efectiva su licencia y que se quedaba a continuar su encargo como gobernador. Pero ya era demasiado tarde. Para entonces él ya era gobernador con licencia y Luis Enrique Orozco Suárez gobernador interino por mandato de ley (Constitución de Nuevo León).

Lo demás ya es una historia muy sabida…

Así fueron los hechos de los que todos fuimos testigos. Entonces, ¿dónde, cuándo y cómo la “vieja política” o el PRIAN “sacó” a Samuel García de la contienda electoral por la Presidencia de la República?

Eso quieren hacer creer Dante Delgado y Álvarez Maynez recurriendo a la mentira, repitiéndola muchas veces creyendo que así se convertirá en la verdad, no sólo para ocultar la torpeza del gobernador Samuel García sino el ridículo que ellos también hicieron.

La mentira ha sido el sello que rodea esta triste, lamentable y patética historia de un aspirante presidencial que se creyó único en el mundo:

  1. “Ya estamos en segundo lugar en las encuestas…”
  2. “Vamos a desaparecer al PRIAN de la faz de la tierra…”.
  3. “Tengo la facultad de designar al gobernador interino…”.
  4. “La “vieja política” sacó a Samuel de la contienda presidencial…”.
  5. “En 10 días este movimiento puso a temblar a la vieja política…”.
  6. “Sigo siendo el gobernador constitucional…”.
  7. “Ganaremos la Presidencia de la República…”
  8. (Pongan aquí todas las demás que ustedes han escuchado o leído en voz de los emecistas…).

¿Con qué mentira “naranja” en torno al Caso Samuel García y el 2024 amanecimos hoy?