Cuauthémoc Blanco, ex jugador de futbol del Club América, es hoy gobernador de Morelos. Está ubicado entre los mandatarios estatales peor calificados. Manuel Negrete, ex jugador de los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es alcalde de Coyoacán, en la Ciudad de México. Su gobierno no “pinta”… Y ahora nos enteramos que el Partido Encuentro Solidario (PES) pretende postular como candidato a diputado al ex jugador de las Chivas del Guadalajara, Adolfo “El Bofo” Bautista.

Los partidos políticos en México parecen estar empeñados en cavar su propia tumba. Cuando llegan al poder, la corrupción, la ineficiencia y la incapacidad son las características de sus gobiernos. Pocas, muy pocas son las excepciones de buenas administraciones, ya sea estatales o municipales, o de tareas legislativas, ya sea en la Cámara de Diputados o en los congresos estatales. Pero también estos casos son, como dicen popularmente, “granos de a libra”.

Al desprecio -no lo puedo decir de otra manera- a su doctrina, a su ideología y a sus principios, para favorecer el pragmatismo como el mejor camino para ascender al poder y ejercerlo no en beneficio de los gobernados sino de los intereses de grupo o de los propios gobernantes en lo individual, se suma el que considero uno de los grandes errores de todos los partidos políticos: la renuncia a crear, a formar, sus propios cuadros, como por muchos años lo hicieron el propio PRI en el gobierno o el PAN desde la oposición, por mencionar a los dos partidos más importantes y preponderantes en la historia política del país.

Los demás partidos se han formado, y alimentado, de ex militantes de estos dos partidos o de otros que tuvieron que desaparecer por diversas razones, como el Partido Comunista de México.

Hoy, lamentablemente, para desgracia de la actividad política en México, y en la ambición de ganar fácilmente votos en función de la popularidad y no de la capacidad, los partidos políticos, incluso el Revolucionario Institucional y el de Acción Nacional, recurren más al nombre que a la persona, de ahí que postulan como candidatos a artistas, actrices, cantantes, deportistas, entre otras figuras del espectáculo de la farándula o deportiva, sin la más mínima preparación ni capacidad política para hacer frente y dar buenos resultados a una responsabilidad de primer nivel como es el gobernar o legislar.

No. Hoy a los partidos políticos lo mismo les da postular como candidatos a quienes fueron glorias deportivas o simplemente populares que están en el ocaso de su carrera porque eso les suma el voto de la masa ciudadana, que a actores, actrices o cantantes que gozaron de popularidad gracias a la televisión y que ya no son atractivos para el público, con el propósito de allegarse sufragios ante la decadencia que como institutos políticos registran. Y es que todo sea por mantener un registro que les permite disfrutar de las millonarias prerrogativas que provienen del bolsillo de cada uno de los mexicanos para el beneficio de unos pocos.

Los populares de los populistas. Porque en eso se convierten estas dirigencias partidistas, en populistas al postular a personajes cuya popularidad es similar a su ignorancia.

Y si de políticos se trata, no postulan ya a los más capaces, a los más preparados, a los de mayor experiencia, sino que ahora le apuestan al físico y ofertan a aquellos que son simpáticos, guapos o bien parecidos para sumarse el voto femenino; a los que dicen que “hablan como nosotros”, como el pueblo, con dichos y hasta con faltas de ortografía verbal. A los más “campechanos”, dicen.

Si la corrupción termina por caracterizar a aquellos partidos que llegan al gobierno, ahora ellos mismos suman un atributo más: la incapacidad para gobernar o legislar.

¿Qué puede ofrecer como legislador una persona que fue un futbolista popular, pero medianamente bueno, que sobresalió más por su forma física y sus escándalos que por sus atributos deportivos? ¿Qué ha hecho como gobernador quien es considerado uno de los mejores futbolistas de México, que fracasó en el extranjero, y que hoy tiene a su estado en el atraso? ¿Por qué postular a personajes públicos con una enorme ignorancia de la ciencia política y la función pública?

¿Por qué los propios partidos políticos insisten en demeritar el oficio político, en desprestigiarse así mismos, en devaluar una tarea de servicio a la sociedad, a cambio de vivir del erario, de aprovecharse de la función pública para enriquecerse, para beneficiar a familiares, amigos, cómplices y camarillas?

Habría que preguntarse, incluso, si vale la pena la existencia de partidos políticos en México que no generan sus propios cuadros y a cambio postulan como candidatos a personajes populares, pero no con la capacidad necesaria para hacer leyes o gobernar un municipio o un estado.

Por lo pronto, ante este engaño de los partidos a los ciudadanos, debemos ser nosotros quienes les demos una buena lección y no aceptar, votando a su favor, a arribistas, a ignorantes y a incapaces como gobernantes o legisladores, por muy populares que sean.