Gilberto Pérez Castillo
El proyecto de Macrobús en Guadalajara no está sustentado en estudios técnicos serios que puedan asegurarnos que será una buena aportación para solucionar el problema de la movilidad y del transporte masivo en la zona metropolitana.
El gobierno de Emilio González Márquez ha mentido cuando sostiene que cuenta con todos los estudios para soportar dicho proyecto: ante la insistencia de algunos interesados para que los presenten, el gobierno y los promotores privados del Macrobús responden con evasivas y le dan largas porque no cuentan con los documentos técnicos que lo sustenten.
Para que un proyecto así tenga la solidez técnica -para que la enorme inversión realmente se refleje en un beneficio para la sociedad- debería al menos contar con tres documentos elaborados por especialistas en los temas de movilidad y transporte público masivo:
1. Un estudio de origen-destino, que debería arrojar con toda claridad cuál es la demanda real -hora por hora- en cada una de las zonas de la ciudad, para conocer cuáles son las verdaderas necesidades de la población en materia de transporte.
La lógica nos dice que para poder corregir algo primero se debe conocer plenamente dicho problema.
El gobierno del estado no cuenta con un estudio serio de origen-destino y solamente el gobierno de Zapopan viene trabajando, con apoyo del resto de los alcaldes de la zona metropolitana, en la realización de un estudio serio en esta materia.
2. Un plan integral de movilidad que -a partir del inventario real de lo que existe- establezca las soluciones de movilidad y de transporte para toda la población, tomando en cuenta todas las opciones: peatonal, bicicleta, motocicleta, taxi, automóvil, minibús, autobús, BRT (nombre técnico del Macrobús), tren eléctrico, etcétera.
Este plan tampoco se elaboró antes de diseñar el proyecto del Macrobús, ya que éste es un capricho que se trata de imponer de manera aislada, sin considerar -o golpeando- al resto de las opciones de transportación.
De la misma manera las rutas 1 y 2 del Macrobús han sido diseñadas de manera caprichosa y no con un respaldo técnico.
3. Un plan integral de transporte público, que primero reordene lo ya existente (camiones, taxis, minibuses y tren eléctirico) y que considere de manera integral a cada uno de estos sistemas de transporte, definiendo cuál es el papel que debe jugar cada uno de ellos en la solución de las demandas de transporte de la población.
En este documento se puede agregar nuevos sistemas de transporte público, como puede ser el Macrobús, pero debería definir como se siguen aprovechando y desarrollando el resto de las alternativas de transporte, porque ninguna por sí sola puede resolver toda la demanda, pero todas integradas inteligentemente sí.
Al carecer de los estudios técnicos mínimos, queda claro que el proyecto del Macrobús no es más que un capricho de los actuales gobernantes estatales y que su implementación puede convertirse en una pesadilla en el futuro por estar sustentado sólo en ocurrencias.
El fracaso financiero de la Ruta 1 del Macrobús es un indicio de lo que puede suceder si se mantiene la terquedad de seguir tratando de solucionar el problema del transporte en la ciudad sin contar con los estudios y los proyectos técnicamente sustentados que se requieren para emprender una solución de tal envergadura.