Gilberto Pérez Castillo
El equipo del gobernador Emilio González Márquez y los promotores privados del Macrobús, cuando presentaron el proyecto de la Línea 1, prometieron que las zonas por las que pasaría este sistema de transporte verían mejorado su entorno urbano y hasta tendrían una plusvalía.
Un recorrido por la calzada Independencia y por la avenida Gobernador Curiel demuestra que -lejos de la promesa hecha- el Macrobús ha traído ruina económica y deterioro urbano.
Negocios cerrados, letreros de SE VENDE o SE RENTA, grafiti y basura vinieron a ser los nuevos protagonistas en estas dos arterias, otrora polos comerciales importantes de la ciudad.
La misma oferta de plusvalía la hicieron los promotores del BRT (nombre técnico de este sistema de transporte) cuando lo impulsaron en Bógota, Colombia, la ciudad que sirve de ejemplo al gobierno estatal y a los promotores privados del Macrobús.
Pero también allá la oferta fue falsa: el gobierno bogotano tuvo que devolver a los propietarios de fincas el dinero que anticipadamente les había cobrado por la plusvalía que traería el Transmilenio, y hasta tuvo que indemnizar a aquellos cuyas propiedades se devaluaron por el efecto de este sistema de transporte.
Si al día de hoy el desastre económico que viven la calzada Independencia y la avenida Gobernador Curiel no se puede cuantificar, más difícil sería estimar el impacto económico negativo que tendría agregarle más kilómetros de Macrobús a la ciudad.
Por eso se entiende la oposición que ha habido de parte de los comerciantes de Tlaquepaque, donde se intentó continuar con la construcción de la Línea 2 del Macrobús, y la resistencia de los comerciantes del centro y de avenidas como Avila Camacho y Río Nilo para que la nueva ruta pase por esas vías.