Gilberto Pérez Castillo

Nacido en las entrañas de la vieja Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), el grupo político universitario que comanda el ex Rector Raúl Padilla López, le dio hace 18 años un golpe de estado a la agrupación de sus orígenes y se quedó con el control político de la Universidad de Guadalajara y todo lo que la institución significa.

Hasta ese año, 1990, el ingeniero Alvaro Ramírez Ladewig, hermano de Carlos el fundador de la FEG, había sido el jefe político de todos ellos, y a su alrededor funcionaba una especie de consejo de expresidentes de la propia federación estudiantil.

Recién llegado a la Rectoría, Raúl Padilla López y sus aliados pensaron que ya era hora de desbancar a una generación de viejos políticos fegistas y quedarse con la institución. A su favor contaba el conocer a la perfección las entrañas del ex poderoso grupo FEG-Universidad, que a esas alturas no era más que un tigre de papel.

Cuando Alvaro Ramírez y sus leales se dieron cuenta de las intenciones de Raúl Padilla, tomaron las instalaciones de la Universidad, utilizando para ello los sindicatos de maestros y trabajadores y a la propia FEG.

En una jugada magistral, Raúl Padilla creo una nueva organización estudiantil (la Federación de Estudiantes Universitarios) y dos nuevos sindicatos para desplazar a sus opositores. Cortando el pago del subsidio mensual a la FEG y congelando el traspaso de las cuotas sindicales tronó pronto a la oposición.

Aprovechando la delicada salud de Alvaro Ramírez, que para entonces había caído al hospital, pudo engañar al viejo jefe político para que levantara el paro universitario y devolvieran las instalaciones.

A partir de ahí, gracias a la nómina, que igual castiga o premia, Raúl Padilla desmembró el poder de Alvaro Ramírez y del grupo de ex presidentes de la FEG, y consolidó su poder.

Con el enemigo en casa

Sin una oposición mínima visible al interior de la Universidad, la única posibilidad de que el control de Raúl Padilla se rompa es desde dentro del propio grupo.

Tal vez siguiendo el ejemplo de quien hasta hace algunos meses llamaba su jefe indiscutible, Carlos Briseño Torres estaría midiendo las probabilidades que tiene de encabezar su propio golpe de estado y destronar a Raúl Padilla de la jefatura del Grupo UdeG.

Para eso, desde su elección como Rector General, y más claro desde su toma de protesta el primero de abril, ha dejado en claro que no está dispuesto a ser uno más bajo el organigrama de Raúl Padilla y una vez tras otra se empeña en contradecir las decisiones y las opiniones de quien señalaba como su jefe político. Así, dentro del Grupo UdeG la idea ha quedado clara: el Rector Carlos Briseño está provocando la ruptura para tener el pretexto de quitarse de encima la autoridad del ex Rector.

Aunque Carlos Briseño parece interesado en protagonizar, como si se tratara de una telenovela, la nueva versión de la historia protagonizada por Raúl Padilla hace 18 años, lo cierto es que ni Raúl Padilla es Alvaro Ramírez Ladewig ni Carlos Briseño es Raúl Padilla.

Alvaro y Raúl

Cuando Raúl Padilla enfrentó a Alvaro Ramírez, éste y sus aliados eran un grupo político en decadencia.

El ingeniero, como llamaban los fegistas a Alvaro Ramírez, había aislado al grupo FEG-Universidad de las esferas del poder gubernamental, en parte por su inclinación a los partidos de izquierda y en mayor parte por el rencor que guardaba hacia los gobiernos priistas, a los que acusaba del homicidio de su hermano.

Además, Alvaro Ramírez se había mantenido como un político inaccesible y en la sombra.

Ese aislamiento y sus confrontaciones con el régimen priista le impidió contar con la información, los contactos y los apoyos para enfrentar a Raúl Padilla y sus aliados.

Por el contrario, actualmente Raúl Padilla es un político que goza de muchas y muy variadas relaciones políticas, y a través de su trayectoria ha ido sumando muchos compromisos e intereses que le pueden servir a la hora de una confrontación.

Aunque también cuenta con un importante número de detractores, lo cierto es que al día de hoy no se puede decir que el ex Rector sea un político acabado o en decadencia.

Por su papel como Rector y como presidente de las empresas parauniversitarias que manejan la Feria Internacional del Libro, el Festival de Cine de Guadalajara, el Auditorio Telmex, Papirolas, la Cátedra Julio Córtazar y otras muchas más, Raúl Padilla cuenta con una larga lista de relaciones locales, nacionales e internacionales que le pueden ser útiles si se le pretende arrebatar el control de la Universidad.

Y otro factor importante, como protagonista del golpe de estado dado hace 18 años al grupo FEG-Universidad, sabe cuáles son las fortalezas y debilidades propias y las de su contraparte.

Carlos y Raúl

Raúl Padilla llegó a la Rectoría de la Universidad de Guadalajara con la imagen de un ex dirigente estudiantil que había superado la etapa del porro para convertirse en un académico. Por eso y por su edad su llegada al máximo cargo de la institución fue bien recibida.

Esta imagen le sirvió para ganar el debate ante la opinión pública, al contrastar su imagen y la de algunos de sus aliados, con la fama de pistoleros, porros y delincuentes que acarreaban la mayoría de los líderes del grupo FEG-Universidad.

Ante los ojos de muchos jaliscienses, Raúl Padilla es uno de los intelectuales más importantes de Jalisco, dado su roce con las luminarias de la literatura, el cine, el espectáculo y la producción intelectual.

Aunque la lista de sus detractores es larga, tanto dentro como fuera de la Universidad, lo cierto es que Raúl Padilla es un político admirado o criticado, pero respetado o temido por admiradores o críticos.

Carlos Briseño, por su parte, por más que se empeña en presumir sus postgrados y en repetir que lee todos los días y que habla inglés, no ha logrado ganarse el respeto como un académico o intelectual ni cuenta con las relaciones y la estatura políticas que tiene el jefe político al que intentaría sustituir.

Por supuesto que Carlos Briseño, quien también cuenta con su propia larga lista de detractores, cuenta con la fuerza que da el ser el Rector General, con la nómina que premia o castiga, con el poder que le da su cargo de destituir y nombrar funcionarios y con su propio directorio de relaciones políticas tanto dentro como fuera de la Universidad.

Velando armas

Por estos días, Raúl Padilla López y Carlos Briseño Torres, cada quien por su lado, hacen revisión del número y la lealtad de sus tropas, cuentan y alistan sus armas, miden tiempos y circunstancias, revisan sus relaciones y calculan sus probabilidades de triun
fo en el caso de llegar a la confrontación abierta.

Dentro del Grupo UdeG, hay quienes creen que todavía existe un breve espacio para el arreglo, mismo que implicaría un reacomodo en la estructura de la administración central universitaria. Los más pesimistas y los más belicosos sólo esperan la hora de abrir fuego.