Por Julio César Hernández

La ceremonia de toma de posesión de Javier Guízar Macías y Patricia Retamoza como presidente y secretaria general del PRI, dejaron muchas lecturas de forma pero también de fondo que iremos desglosando en estos días.

Por lo pronto, si no fue lo más importante, la negativa de Eugenio Ruiz Orozco a participar en el homenaje colectivo que se hizo a los ex dirigentes estatales del partido y recibir de manos de Beatriz Paredes Rangel el reconocimiento en cuestión, tiene varios significados.

Ruiz Orozco fue el único de los ex presidentes del PRI que se quedó en su lugar y no subió al escenario.

Eugenio Ruiz Orozco nos comentó sus razones para quedarse en su lugar: no estaba de acuerdo con los reconocimientos colectivos, sino que deberían ser en lo individual, durante la época que se ocupaba el cargo y por lo hecho en ese momento, por lo que ese acto ahí lo consideraba “insustancial”.

Pero no sólo fue esa la única razón por la que el ex alcalde de Guadalajara no subió al escenario.

Otra razón, quizás la principal, fue que la entrega del reconocimiento la haría precisamente la dirigente nacional, Paredes Rangel, a quien Ruiz Orozco considera como una de las artífices, por no decir la principal, de haber entregado Jalisco al PAN, en 1995, cuando él era el candidato a la gubernatura y su adversario Alberto Cárdenas Jiménez.

En ese entonces, Beatriz Paredes era subsecretaria de Gobernación, en tiempos de Ernesto Zedillo en la presidencia de la República, y desde cuyo cargo habría operado en contra de los priístas jaliscienses para darle al PAN el gobierno estatal.

Eso no se le olvida a Eugenio Ruiz Orozco, y ni se le olvidará.

Pero hubo quienes le dieron una lectura más a la decisión del ex aspirante a la presidencia del Atlas, que fue la de demostrar públicamente, pero enviar un mensaje “entre líneas”, de que no estaba de acuerdo del todo con lo que sucedió en el relevo de la dirigencia del PRI.

Y que su desacuerdo principal podría estar en lo que algunos priístas han dado en identificar como “la mano que mece la cuna” en el PRI, una nueva mano, pero ajena al partido, que se ha dejado sentir tanto en la inclusión de Patricia Retamoza en la secretaría general como en la decisión de realizar el evento priísta en el Auditorio Telmex.

Y una lectura final es que quizás se pretendió enviar el mensaje a los ex dirigentes que su tiempo de intervención directa en las decisiones del partido había llegado a su fin y que ese reconocimiento era una forma de agradecerles su tiempo aportado, pero que agudamente Ruiz Orozco lo advirtió y que, por ende, decidió quedarse en su lugar.