Por donde se le quiera ver, el asesinato de Luz Raquel Padilla Gutiérrez es reprobable. No hay nada que justifique la agresión de que fue objeto y que terminó con quitarle la vida. Esta trágica y lamentable noticia prácticamente dio “la vuelta al mundo”; no fueron pocos los medios de comunicación internacionales, impresos y electrónicos, que abordaron este abominable suceso que no solo enlutó a una familia sino a la sociedad jalisciense en general.

Mucho se ha dicho de Luz Raquel, de las amenazas de las que fue objeto previamente al momento de la agresión en su contra, de las pintas que se hicieron en el edificio donde vivía con amenazas que debieron de haber alertado y obligado a actuar a las autoridades con mayor celeridad, pero su negligencia u omisión quedó evidenciada y ha sido duramente criticada por la sociedad en general. Pero de todo esto también mucho se ha dicho y escrito.

Pero una y otra vez debemos preguntarnos: ¿Por qué asesinaron a Luz Raquel?

Y tenemos que recordar la respuesta para nunca olvidar: Por la intolerancia a su hijo con discapacidad, concretamente con espectro autista. La propia organización a la que Luz Raquel pertenecía, “Yo cuido México”, así lo reveló: “Las constantes amenazas de muerte -y su propia muerte, agrego yo- (fue por la) intolerancia por los ruidos que su hijo hacía en los momentos de crisis”.

Así de claro: La intolerancia a la discapacidad de un menor, nada menos que su hijo, terminó con la vida de Luz Raquel. Que eso nunca se olvide. Algo reprobable y condenable en una sociedad que reclama, que promueve y que presume la inclusión, que significa aceptar a todas las personas -a todas-, como iguales, y que exige y reclama total tolerancia. Y exige, al mismo tiempo, que las autoridades están obligadas a proteger la vida de todos sus gobernados. No hacerlo y justificarse con que ni todos los esfuerzos del gobierno pueden impedir que se cometa un atroz crimen como el de Luz Raquel, no demuestra otra cosa que su incapacidad para cumplir con lo que es su obligación y una de sus tareas primordiales.

Para quienes luchamos a diario, de una manera u otra y desde nuestra propia trinchera, por la inclusión de personas con discapacidad, es frustrante atestiguar la intolerancia social que va desde un dejo de desprecio o indiferencia para con ellas, hasta eventos extremos que terminan con una vida, como sucedió con Luz Raquel, quien no obstante el grito de auxilio que envió a las autoridades no fue escuchada como debió serlo.

Dígase lo que se diga -los discursos demagógicos de los gobiernos al respecto están bastante desgastados-, y pese al trabajo y esfuerzo de familias, organizaciones, asociaciones y colectivos a favor de la inclusión, las personas con discapacidad siguen siendo objeto de discriminación, pero llegar al grado de asesinar por esta causa es la manifestación más clara del odio.

Si no hay nada que justifique que a alguien le arrebaten la vida, menos lo es que la causa de esa muerte sea por la intolerancia a una discapacidad.

Sí, hay que demandar y exigir justicia por la muerte de Luz Raquel, que se detenga y castigue a los responsables, directos e indirectos; a los autores materiales e intelectuales, e inclusive a aquellas autoridades que tengan responsabilidad por omisión.

Pero una cosa nunca debe olvidarse: Asesinaron a Luz Raquel por intolerancia a una discapacidad, la de su hijo. Que nunca se olvide a Luz Raquel, que nunca se olvide la razón de su muerte.

Descanse en paz.