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Julio César Hernández
La decisión de Tomás Figueroa Padilla de disputarle a David Gómez Álvarez la presidencia del Consejo General del Instituto Electoral del Estado tenía una garantía: el PRI lo apoyaría a como diera lugar.
En el PAN las dudas eran muchas sobre Figueroa Padilla, pues lo advertían muy cercano no sólo al priismo sino al actual presidente municipal de Guadalajara, Jorge Aristóteles Sandoval Díaz. No lo descartaban para el cargo, pero en Acción Nacional apostaban a que dentro del PRI cambiaran de parecer, y por eso no veían mal la posible postulación del ex magistrado electoral Gabriel Gallo Álvarez, pero los panistas no lo postularían.
Pero Gallo Álvarez era el candidato del grupo del senador Ramiro Hernández, en tanto el ex diputado Antonio Brambila Meda era bien visto en la dirigencia priista por Rafael González Pimienta, en tanto que los seguidores del dirigente Alfredo Barba Hernández impulsaban al académico Jaime Tamayo.
Las menciones insistentes en algunos medios de comunicación de que Brambila Meda, primero, y Jaime Tamayo, después, se perfilaban como los más seguros sustitutos de David Gómez Álvarez puso nervioso a Tomás Figueroa, quien en los últimos días de la semana pasada mantenía contacto con varios diputados para ver cómo iban las negociaciones.
Alguien podría decir que los días previos al viernes, cuando los diputados estaban citados para elegir a los nuevos consejeros, Figueroa Padilla no durmió, particularmente un día antes cuando preguntaba a algunos diputados cómo iban las negociaciones. Hubo quienes lo tranquilizaron diciéndole que aun no había nada decidido y que no se preocupara.
Finalmente ayer domingo por la tarde la calma llegó a Tomás Figueroa, luego de haber rendido protesta como presidente del Instituto Electoral con el apoyo de 35 legisladores, aunque queda una pregunta queda en el aire: ¿su presidencia se concretó a cambio de darle tres espacios al PAN?