“¿Y quién va a cerrar la puerta?”, parece ser la pregunta que retumba cada vez con mayor insistencia en las paredes de la sede estatal del PRI en Jalisco.

Y es que en los dos últimos días de marzo -ayer concluyó-, una decena de militantes con cargos de elección popular decidieron renunciar a las filas del Revolucionario Institucional, decisión que la dirigencia estatal del partido atribuyó a “la manipulación política que ejercen el Gobierno del Estado y el Partido Movimiento Ciudadano, extorsionando a nuestros alcaldes y condicionando obra pública para los municipios gobernados por la oposición a cambio de respaldo político…”, y que la calificó de “inaceptable pero también inaudita…”.

O sea que el gobierno que acusa a los medios de comunicación de “chantajistas”, es acusado de “chantajear” a los alcaldes del PRI para convertirlos en sus aliados. Efecto “boomerang”.

En un comunicado de prensa, la dirigencia del PRI notifica que los alcaldes Javier Jiménez Álvarez, de Zacoalco; Reyes Mancilla Aceves, de Tuxcueca; y Ariana Barajas Gálvez, de Gómez Farías, presentaron ante el partido su renuncia como militantes. Pero se conoció que también renunció el presidente municipal de Jamay, Juan Luis Aguilar García, quien lo habría hecho ante el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana.

Pero no sólo ellos. Junto con la alcaldesa de Gómez Farías, Barajas Gálvez, también renunciaron el síndico Jorge Félix Fregoso Lomelí y la regidora María Rosario Juárez Cano.

Y si con eso no bastara, también dejaron las filas priistas tres regidores: dos del Ayuntamiento de El Grullo, Milton Cárdenas Osorio y Erika Vannesa Ramírez; y uno de Arandas, José Socorro Martínez Velázquez.

A estos nombres hay que sumarle la renuncia des dos militantes más: César Celestino Molina Sahagún, de Tuxcueca, y Carlos Ortega Cervantes, de Jamay.

El PRI no debe decirse sorprendido si en la renuncia de los alcaldes y regidores tuvo que ver el gobierno estatal o el partido en el gobierno, pues desde finales del año pasado se conoció no sólo del “coqueteo” alfarista a aquellos sino que, incluso, fueron llamados a Casa Jalisco bajo el argumento de que se les informaría de las acciones de gobierno en sus municipios como una muestra de que se gobierna sin tintes partidistas. Pero no dieron “paso sin huarache”, pues se sabía que ahí estaba implícito el compromiso de hacerlos aliados políticos del movimiento alfarista.

Hoy el PRI amanece sólo con tres alcaldes de sus filas: José Cleofas Orozco Orozco, de San Ignacio Cerro Gordo; Alejandro Macías Velazco, de Yahualica de González Gallo; y Eduardo Cervantes Aguilar, de Ixtlahuacán de los Memebrillos, pero éste último prácticamente se encuentra alejado de su partido.

Sin duda alguna dolida porque estos alcaldes le dieron la espalda a su partido, la dirigencia priista acusó al gobierno alfarista de aprovechar la crisis sanitaria del coronavirus “para sumar cuadros a su causa”, porque “su falta de resultados los ha llevado a una drástica caída en todos los índices de popularidad” y “por eso coaccionan a todas las fuerzas políticas y a todos los poderes”, pues “su miedo a perder las próximas elecciones es así de grande y es así de irracional”.

Pero reitero: que el PRI no se diga sorprendido porque prácticamente dejó el camino libre para que el gobierno alfarista le arrebatara a estos funcionarios públicos. Su propia debilidad le impidió saber ser oposición y se quedó sin “arma” alguna para alzar la voz con esa calidad.

Al final de su comunicado, la dirigencia estatal advierte: “El PRI en Jalisco seguirá siendo la voz crítica…”. ¿Alguien ha escuchado esa “voz crítica” en lo que va del gobierno alfarista?… Yo tampoco.

Hoy el PRI no es ni la sombra de lo que algún día fue. Por eso la apuesta es por saber: ¿Y quién cerrará la puerta?

Al tiempo…