Gilberto Pérez Castillo
Desde su llegada al poder estatal en 1995 los gobernantes panistas han soñado con arrebatar el control de la Universidad de Guadalajara al grupo que encabeza el exrector Raúl Padilla López.
Como sucede con quienes han compartido el mismo sueño, los políticos panistas no buscan democratizar ni despolitizar a la universidad sino sustituir a un grupo de control político por otro, el propio, el que representa sus intereses.
El gobernador y su grupo hicieron un primer intento de quedarse con el control político de la universidad, o parte de la misma, cuando apoyaron al fallecido exrector Carlos Briseño Torres, a quien acabaron dejando solo a la hora que el conflicto con los padillistas  se agudizó.
Rumbo a la elección del 2012, y con la intención de tratar de impedir el triunfo del PRI en las elecciones de gobernador de ese año, un móvil estrictamente partidista y electoral puede ser el verdadero motivo por el que el gobernador y su grupo emprenden de nuevo el esfuerzo por tratar de quitar a los padillistas y hacerse del control político de la institución.
El problema es que ese intento estrictamente partidista está agregando un elemento de violencia a una sociedad de por sí harta de tanta agresión y tanta inseguridad.