Las palabras de Samuel García Sepúlveda, al asumir el gobierno de Nuevo León el domingo pasado, seguro retumbaron en la mente de Enrique Alfaro Ramírez, quien lo escuchaba ahí, en primera fila:

“Este nuevo comienzo va de la mano con la Federación, va de la mano del Presidente; desde que ganamos fuimos a visitar y aquí esta mi testigo de honor, Olga Sánchez, presidenta del Senado…”.

Luego, el nuevo gobernador de Nuevo León se dirigió a quien pudo ser su contrincante electoral hoy convertida en secretaria de Economía y con la representación presidencial en la ceremonia, Tatiana Clouthier:

“Que gusto empezar con un replantamiento de la relación con la Federación. Dígale por favor al Presidente que le enviamos un caluroso saludo, que lo esperamos en Nuevo León…”.

Sin duda, fue un discurso diametralmente opuesto al que Alfaro Ramírez pronunció en su toma de posesión hace ya casi tres años, cuando dijo ante la entonces secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero:

“Será (el suyo) un gobierno que respete y coordine con otros órdenes de gobierno, que respete a la Federación, pero que no se arrodille ante ella (…). Le pido con respeto -dijo a Sánchez Cordero- le transmita al Presidente que de un servidor no encontrará jamás discursos de cortesía política o simulada o mezquindad disfrazada de lambisconería. Sólo sé hablar de frente y con palabras que me hagan sentir orgulloso de lo que diga”.

O con lo que dijo 15 días antes en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres y arropado de las “fuerzas vivas” afines cuando aún era gobernador electo:

“Le decimos (al presidente electo) que aquí en Jalisco no vamos a permitir que se vulnere nuestra soberanía ni mucho menos que se traicione el pacto federal; hacerlo sería tanto como resignarnos a una realidad que pareciera ir tomando forma de controles desde el Centro del país sobre el destino político, financiero, administrativo y de la seguridad de nuestro Estado…”.

Alfaro Ramírez y García Sepúlveda son los dos únicos gobernadores por el partido Movimiento Ciudadano y, al parecer, el segundo está dispuesto a no cometer el mismo error del primero: pelearse con el presidente Andrés Manuel López Obrador; confrontarse con el gobierno Federal; pretender disputarle el poder al Primer Mandatario; enviarle mensajes de rebeldía como sinónimo de autonomía y soberanía…

Sin duda, el joven regiomontano “aprende en cabeza ajena”…

Y para que no quede duda de que no pretenderá emular a su homólogo jalisciense frente al gobierno lópezobradorista, Samuel García lanzó una severa y dura crítica a la agonizante corriente -si no es que ya convertida en cadáver- Alianza Federalista de la que Alfaro Ramírez aún forma parte -aunque se ha distanciado de ella- y es uno de sus principales líderes. Así “pintó su raya” del jalisciense:

“También (se necesita) una relación con el Presidente. Todos vimos que esa Alianza Federalista no funcionó porque iban al pleito. El país está dividido, ya no quiere pleitos, quiere replantamiento y yo le ofrecí al Presidente un nuevo comienzo con Nuevo León donde nos ayuden con dinero, con la seguridad, con el agua y con el medio ambiente”.

Precisamente los rubros en los que Alfaro Ramírez ha fracasado frente al presidente López Obrador y el gobierno Federal.

Así, pues, todo parece indicar que si la frivolidad no consume a Samuel García -sería una sorpresa que no-, el Mandatario regiomontano se podría convertir en un serio rival para el jalisciense Enrique Alfaro.

Al tiempo…