Por más que se empeña en pertenecer a la política, ésta se enterca en rechazar una y otra vez a Carlos Lomelí Bolaños. No importa el dinero que invierta ni por el partido que juegue, la política siempre se las ingenia para decirle a Lomelí que no lo quiere, que no pertenece a su círculo.

Muy pocos han dilapidado tanto dinero como él para hacerse un lugar en la política y muy pocos también han recibido tantas muestras de rechazo.

Ni siquiera en el que parecía su mejor momento, cuando parecía que ya se había roto el maleficio, pudo disfrutar las mieles de una victoria: cuando por fin había ganado la Presidencia “su amigo” López Obrador, de quien fue mecenas, y lo habían nombrado Súperdelgado en Jalisco, Carlos Lomelí tampoco pudo hacerse de ese espacio que tanto anhela en la política y en la sociedad.

Lomelí nunca recibió el apoyo real del Presidente ni del gobierno federal para ejercer su cargo, nunca logró ser interlocutor entre el gobierno que representaba y los sectores productivos, sociales y políticos de Jalisco, nunca le dieron la oportunidad de nombrar un solo delegado y en la primera oportunidad que tuvieron lo echaron fuera y le abrieron una investigación por corrupción. Sí, en el que parecía ser su mejor momento.

Lomelí tiene un problema adicional, tampoco se le dan las urnas. Ha sido candidato a senador, diputado federal y gobernador y todas las ha perdido.

Antecedentes

A Carlos Lomelí lo precede, como a todos, su biografía, su pasado.

Aunque él se ha empeñado una y otra vez en decirse inocente de las acusaciones penales y administrativas que se le han hecho, para muchos resulta muy difícil creer que el tipo de acusaciones obedecen a mucha mala suerte o a reacciones de interés afectados por él.

Desviar precursores químicos al crimen organizado, lavado de recursos de procedencia sospechosa, adquisición de inmuebles que pertenecieron a miembros del crimen organizado, intentar subir a un avión comercial portando una pistola, corrupción en su participación como proveedor de medicamentos a gobiernos, son algunas de las acusaciones que le han hecho y que son los muy pesados lastres que carga Lomelí en su intento de hacerse un lugar en la política.

Sea culpable o inocente a Lomelí le afecta que la mayoría de los empresarios, líderes sociales y políticos del estado no le creen sus explicaciones y justificaciones y prefieren mantenerlo lejos.

También le afectan mucho sus acciones y actitudes, como los excesos en los que incurre con frecuencia. Muestra de estos excesos, dignos de personajes de series de televisión, fue la masiva posada que organizó el sábado 14 de diciembre del año pasado en las instalaciones de Calle 2, en la que dieron su espectáculo Mi Banda El Mexicano, Caballo Dorado, La Sonora Dinamita, Pancho Barraza y el comediante Víctor Padilla “El Chistero”, ¡todo pagado de su bolsa!

Por supuesto actos como éste, lejos de quitarle el estigma que lo acompaña, lo fortalece.

¿Qué mueve entonces al controvertido empresario farmacéutico a porfiar en pertenecer a la clase política que tanto lo rechaza? ¿Poder? ¿Reconocimiento social? Quién sabe.

Lo cierto es que se ve muy difícil, muy cuesta arriba, que Carlos Lomelí logre un espacio en la política jalisciense. Aunque se empeñe en tratar de convencerse a sí mismo de que es muy popular, de que la gente lo quiere y de que pone nerviosos a otros políticos.