Si bien quedó en la tercera posición en la encuesta aplicada por el INE para elegir a la nueva dirigencia de Morena, Yeidckol Polevnsky fue certera cuando en su encuentro con directivos de medios de comunicación la semana pasada aquí en Jalisco, se refirió a los ex perredistas en Morena:

“Los ex PRD quieren seguir funcionando como si fueran del PRD”.

Y ahí tenemos a los ex perredistas Porfirio Muñoz Ledo y Mario Delgado Carrillo en la rebatinga por la presidencia nacional del Movimiento de Regeneración Nacional como cuando eran militantes del Partido de la Revolución Democrática y se la vivían un día sí y el otro también “de la greña”, ya fuera por la dirigencia nacional o por las candidaturas, no digamos por las dirigencias estatales.

Las “tribus” o “corrientes” fueron el acabose del partido del sol azteca y hoy Morena está en riesgo de correr la misma suerte. Y no olvidemos que, en su momento, Andrés Manuel López Obrador utilizó o se sirvió del PRD para ser dos veces candidato presidencial, pero cuando ya no le sirvió lo hizo a un lado y creó su propio partido para llegar a la presidencia de la República. Hoy es presidente de México, ¿dejará “morir” a Morena en su propio laberinto?

El pleito en que se han enfrascado Mario Delgado y Porfirio Muñoz Ledo por la presidencia del CEN morenista, no sólo le hace un enorme daño al partido en el gobierno sino que dejan el ejemplo para que la misma escena se repita en los estados cuando llegue el momento de elegir a sus dirigencias locales, que también será mediante encuestas.

La propia Yeidckol acusaba que el conflicto que hoy enfrentan tiene “pecado de origen”, porque fue desde el interior de Morena donde se trabajó para obstruir, obstaculizar, bloquear, el relevo en la dirigencia desde cuando ella estaba encargada del despacho, empezando por la manipulación del padrón de militantes, y obligando, por tanto, la intervención de las autoridades electorales para llevar a cabo un proceso de elección ajeno a sus estatutos.

Y Mario y Porfirio se han encargado de complicarlo más, actuando como verdaderos perredistas que buscan resolver un problema interno en tribunales, pues han sido rebasados por los intereses que están detrás de ellos, ya sea de grupos o personales. En este proceso de elección, ambos han “perredizado” a Morena. Origen es destino, dicen.

Recuérdese, además, que Muñoz Ledo viene de un rompimiento de escándalo cuando junto con Cuauthémoc Cárdenas renunciaron al PRI, luego de aquel escándalo que generó cuando interpeló a Miguel de la Madrid en su sexto y último informe de gobierno. Vamos, Porfirio es un hombre de escándalos, aunque el escándalo actual lo puede llevar a la dirigencia nacional de Morena.

¿A dónde piensan llevar a Morena los dos candidatos a dirigirlo? ¿Qué mensaje piensan enviarle a la sociedad en general y a sus propios militantes en lo particular? ¿Por qué convertir a su partido en un botín? ¿Por qué promover la división en momentos en los que su partido debe de apostar por la unidad?

Queda pendiente una encuesta más, de las tres pactadas para designar o elegir al nuevo dirigente de Morena, independientemente de que Muñoz Ledo se declare -para no variar- presidente legítimo, pero la gran interrogante es: ¿Intervendrá López Obrador en esta guerra intestina morenista o querrá atestiguar hasta dónde son capaces de llegar sus correligionarios, incluso dejándolos “morir” solos?

Hasta el momento, lo único que podemos afirmar es que Morena se perredizó.