Por Julio César Hernández


Desconocemos el ambiente en que José Luis Castellanos González decidió renunciar como consejero y presidente del Instituto Electoral del Estado, pero quizás pudo evitar irse en medio de la contradicción, lo que demerita su salida.


Antier jueves, alrededor del mediodía, en los medios de comunicación se recibió un boletín de prensa que dice lo siguiente:


“El Dr. José Luis Castellanos González (…) trabaja de manera normal y prepara los asuntos que en los próximos días deberá discutir el Consejo General del mismo, así como coordina los preparativos para iniciar formalmente el proceso electoral 2009; por tanto, desmiente las notas publicadas en el sentido de que negocia su salida o ha presentado su renuncia…”.


Veinticuatro horas después (ayer), se emitió otro comunicado que desmentía el anterior:


“El día de hoy, el Dr. José Luis Castellanos González ha decidido presentar su renuncia al cargo de Consejero Presidente del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Jalisco (IEPC Jalisco), esto porque consideró que no existen condiciones para seguir desempeñando el cargo conforme a los principios que lo han inspirado siempre”.


Qué curioso, las notas periodísticas a las que alude Castellanos en el primer boletín, mencionan una presunta negociación para su retiro, pero nunca refieren una renuncia a la que él sí hace mención, desmintiéndola, en dicho boletín.


Qué sucedió en el transcurso de casi 24 horas que obligaron a Castellanos González a cambiar de opinión? ¿O el desmentido fue solo una “cortina de humo” para ocultar lo que prácticamente era un hecho y a lo que reaccionó con ese desmentido al verse descubierto?


Y será peor, si se confirman las versiones que aseguran que antes de presentar su renuncia ya tenía en sus manos un cheque por seis millones de pesos, en donde se incluye no sólo lo correspondiente al “derecho adquirido” hasta el 2010 con un salario de magistrado, sino que se incluyeron los bonos que se torogan estos funcionarios de primer nivel.


Insisto, José Luis Castellanos pudo haber tenido una salida más digna. Ni modo.