Julio César Hernández
Juan Sánchez Aldana acudió a la sede estatal del PAN -acompañado obligadamente de quien fue su tesorero-, volteó a ver a su alrededor en busca de algún panista que saliera a defenderlo… ¡y descubrió que estaba solo!
Frente a él estaban solamente los reporteros que acudieron a su convocatoria para dar su versión del motivo del cargo que le aplicó la Auditoría Superior por 1 mil 300 millones de pesos.
Ni Hernán Cortés Berumen, dirigente estatal, ni  Héctor Varela, dirigente del PAN en Zapopan, y ni siquiera Bernardo Guzmán, ex presidente panista y a quien Sánchez Aldana impulsó como candidato a sustituirlo, han salido a decir “esta boca es mía”.
Nadie, ni un solo panista ha asumido el papel de abogado de Juan Sánchez Aldana, ¿por qué será?
Y no es gratuita esta soledad del ex alcalde zapopano cuando la mala fama lo acompañó a lo largo de sus tres años de gobierno y nada hizo por desmentirla o revertirla; por el contrario, dio motivos para acrecentarla, incluso entre sus propios correligionarios.
Seguramente Sánchez Aldana hoy se encuentra pasmado al advertir que todos los panistas que años atrás lo buscaban para tener su apoyo, para recibir sus beneficios, que lo enzalsaban, que hasta lo veían ya despachando en la Dirección de Pensiones, simplemente… ¡se esfumaron!
Y ya no le queda ni decir: “Y… ahora, ¿quién podrá defenderme?”, porque ni siquiera el “Chapulín Colorado” existe ya.