Gilberto Pérez Castillo

En círculos políticos se sospechaba que el intento del gobierno de Emilio González y del PAN de promover la disminución al 50 % del financiamiento de los partidos políticos llevaba una dedicatoria: el PRI, el único partido que puede ganarles las elecciones en el 2009.
Disfrazada de una acción socialmente justificable, los panistas habrían reaccionado tarde en el error que incurrieron de sacar adelante una reforma que le inyecta recursos económicos a su principal opositor. Por eso trataron de presionar al PRI para que aceptara una rebaja.
Pero las cosas no salieron como lo planearon y ahora el PAN, junto con los partidos pequeños, están metidos en un grave problema: dijeron que independientemente de que el PRI aceptara o no renunciar a una parte de ese financiamiento ellos lo harían.
Pero han pasado las semanas y ni el PRD, ni el Verde, ni el PT, ni Nueva Alianza, ni Convergencia, que hicieron equipo con el PAN han dicho esta boca es mía ni han especificado a cuánto ascenderá su reducción.
Por supuesto que el PAN, el autor de la estrategia, tampoco ha ratificado su renuncia del 50 % del dinero que legalmente debe recibir.
De no hacerlo, los panistas en el gobierno y en el partido confirmarán de que todo esta puesta en escena no tenía como objetivo real sacrificarse por los jaliscienses, sino una burda maniobra electorera.