Mientras la ciudad se “ahoga” con las intensas lluvias de cada temporal -como lo sucedido el sábado pasado-, el Ayuntamiento de Guadalajara decide gastar siete millones de pesos en dos acciones que están muy lejos de resolverle el problema a los tapatíos víctimas de los aguaceros:

  • 4.5 millones de pesos para pagar la elaboración de una gigantesca maceta -independientemente de que la consideren una obra de arte o lo que sea- que colocará en la plazoleta del templo de Aranzazú.
  • 2.5 millones de pesos -hace apenas una semana aseguraban que costaría 3 millones- para la realización el ejercicio  de ratificación de mandato donde a los tapatíos se les preguntará si quieren o no que Enrique Alfaro continúe como presidente municipal.

No sé qué tanto se puede hacer con siete millones de pesos, pero indudablemente que una inversión con éste monto si resolvería el problema de inundaciones que padecen aún varias colonias o zonas de Guadalajara, no obstante el compromiso de Alfaro Ramírez de ponerle atención y resolver el problema… y aún no lo cumple.
Siete millones de pesos que de invertirlos en obras para evitar inundaciones serían cientos de automovilistas -cuyos vehículos literalmente flotaron en los ríos que se formaron en varias calles y avenidas de Guadalajara-, los que se lo agradecerían, porque de esta forma estaría cumpliendo una de las muchas promesas de campaña que aún quedan pendientes.
Lo sorprendente -se ha reiterado hasta la saciedad-, es cómo el Ayuntamiento de Guadalajara derrochará -prácticamente irán a la basura- 2.5 millones de pesos en plena cara de todos los tapatíos, porque ya sabemos que si el gobierno alfarista es ratificado, el alcalde mandará “al diablo” el resultado y en su momento solicitará licencia para salir en busca, por segunda ocasión, de su más preciado deseo: ser gobernador de Jalisco.
Por supuesto que gastar 4.5 millones de pesos en una maceta gigante -literal- no es cosa menor.
Pero quizás eso sea lo de menos, pues finalmente los tapatíos ya se acostumbraron a las inundaciones en donde año con año se registran, y lo mejor que pueden hacer es no salir de sus casas cuando hay tormenta, estacionar su vehículo cuando ésta suceda mientras conducen o tener las suficientes cubetas o baldes para sacar el agua que se meta a sus inmuebles.
Finalmente, gastar inútilmente siete millones de pesos en cumplir compromisos de campaña para satisfacer intereses personales, no colectivos, es lo de menos.
Los tapatíos aguantan todo esto… y más.