Dos días después de que el PRI eligió de acuerdo a sus usos y costrumbres -“dedazo”- a José Socorro Velázquez Hernández como su nuevo dirigente, el Partido Movimiento Ciudadano no quiso quedarse atrás y al más puro y viejo estilo priista, Guillermo Medrano fue “electo” -por “dedazo”- como coordinador estatal, cargo que ya cubría tras la renuncia de Hugo Luna Vázquez para convertirse en jefe de gabinete del Ayuntamiento de Guadalajara.
De acuerdo al comunicado enviado por el PMC, Medrano fue “electo” por 476 delegados que representaron a los 20 distritos electorales en la entidad -12 de la zona metropolitana y ocho foráneos-, en el marco de la segunda Convención Estatal del partido alfarista, a la que asistió otro viejo priista que sabe el teje y maneje de estas elecciones “democráticas” de sus dirigentes, Dante Delgado Rannauro, dirigente nacional.
Todo indica que Guillermo Medrano fue candidato “único” o de “unidad” porque  no se informó de que haya habido otros aspirantes, un período previo de registro de precandidatos o un proceso de elección, cumpliendo así “a pie juntillas” lo que varios de los integrantes de la cúpula naranja aprendieron como militantes del Revolucionario Institucional.
Si advertimos, no hay diferencia alguna entre la forma en que fue electo el “Coco” Velázquez en el PRI y “Memo” Medrano en el Partido Movimiento Ciudadano, salvo que los priistas lo realizaron con la presencia de los medios de comunicación y los alfaristas con la ausencia de reporteros.
Y es que parece que los hechos se empeñan en contradecir el discurso engañoso de los alfaristas, pues dicen una cosa y hacen lo contrario sin rubor ni pena alguna, como ocurrió en esta redesignación del nuevo dirigente pemecista, según el comunicado de prensa enviado a los medios.
En su discurso Guillermo Medrano, muy orgulloso, afirmó: “Este Movimiento trabaja para ser buenos gobiernos y acabar con vicios y excesos de anteriores administraciones; para poner orden y recuperar los espacios que pertenecen a los ciudadanos, enfrentando presiones de quienes quieren que todo siga igual, dijo”, según el boletín de prensa.
Los hechos demuestran que los gobiernos del Partido Movimiento Ciudadano replican los “vicios y excesos” de administraciones de otros partidos, como lo evidenció la grabación publicada de lo dicho por el jefe de gabinete de Guadalajara y antecesor de Medrano, Hugo Luna, ante uno de los dirigentes de locatarios del mercado Corona y el propio alcalde Enrique Alfaro, según otra grabación hecho pública semanas después.
Y ahí está el gobierno de Zapopan, donde patrullas de la Policía Municipal participan en un video donde se promueve la violencia contra las mujeres o donde se promete terminar obras que sus antecesores no fueron capaces de terminar en el tiempo prometido e incurren en lo mismo que criticaron: el incumplimiento de los plazos, ejemplo el Centro Cultural de la colonia Constitución, entre otras cosas más.
O qué decir del gobierno de Tlaquepaque, donde la alcaldesa Maria Elena Limón García se empeña en recordarle a los habitantes de la Villa Alfarera que entre los gobiernos alfaristas y los del PRI y PAN que ya los gobernaron no hay cambio alguno, y que quizás la única diferencia sea el logotipo de dichos partidos y su color, porque la forma de gobernar es la misma o hasta peor.
Baste recordar la experiencia confesada personalmente por el propio Esteban Garaiz, exdirigente de la extinta Alianza Ciudadana y hombre muy cercano a Alfaro Ramírez.
O recordemos el caso de las 14 cajas con boletas electorales -marcadas dos veces por partidos diferentes- de los comicios extraordinarios en Colima y que fueron descubiertas en Ciudad Guzmán cuando eran transportadas en un vehículo cuya propiedad estaba registrada a nombre del tesorero de Movimiento Ciudadano, Luis Arturo López Sahagún.
Por cierto, de los dichos de Hugo Luna y del descubrimiento de estas boletas nulas, Guillermo Medrano ha guardado cómplice silencio, como es común en los dirigentes de otros partidos cuando enfrentan situaciones similares.
Así, pues, al Partido Movimiento Ciudadano y a su dirigencia, formal y real, poco trabajo les cuesta demostrar que son igual que el resto de los partidos políticos y sus dirigentes. Y no lo inventamos. Ellos mismos, con sus hechos, lo demuestran.