Aunque aseguró que no se trataba de “un acto de rebeldía o de insurrección”, Enrique Alfaro Ramírez lanzó el primer “golpe”… a Andrés Manuel López Obrador.

Acompañado de un “séquito” (sign.: grupo de personas que acompaña a otra más importante…) – como lo refirió en su nota el periódico El Informador– integrado por empresarios, alcaldes, funcionarios públicos, rectores, legisladores de diversos partidos -muy visible la diputada priista Mariana Fernández-, entre otros, Alfaro Ramírez se plantó con la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres a su espalda y desde ahí le mandó un claro mensaje al aún presidente electo:

“Le decimos que aquí en Jalisco no vamos a permitir que se vulnere nuestra soberanía ni mucho menos que se traicione el pacto federal; hacerlo sería tanto como resignarnos a una realidad que pareciera ir tomando forma de controles desde el centro del país sobre el destino político, financiero, administrativo y de la seguridad de nuestro estado…”.

Y agregó:

“Por eso desde esta tierra de mujeres y hombres libres le hacemos un llamado a que respete su palabra. Queremos ayudarlo a gobernar bien y romper con un sistema podrido de raíz. Pero eso no significa agachar la cabeza ni callarnos cuando se le falte el respeto a los jaliscienses…”.

Habrá quien diga que el gobernador electo “llora antes de que le peguen”, pero para nadie es desconocido que la postura de Enrique Alfaro es muy “alfarista”, muy suya, muy particular, y que por ello no nos soprende. Recordemos simplemente que fue el primero de todos los gobernadores en rechazar a los coordinadores estatales, a quienes se les calificó de futuros “virreyes”, pero ningún otro Mandatario replicó su postura de manera pública.

Y ni él la refrendó públicamente cuando tuvo enfrente a AMLO.

Hay que reconocer que hasta el momento López Obrador ha lanzado, a su vez, “golpes de sombra” en lo personal, pero han sido sus huestes en el Congreso de la Unión -diputados y senadores- los que han ejecutado el plan trazado por su jefe político para lograr la tan cacaraqueada Cuarta Transformación. Y por lo que vemos, nada ni nadie logrará que Andrés Manuel cambie de ruta y mucho menos de instrumentos para ejecutarla.

Vale preguntarse: ¿Qué le ha hecho López Obrador a Jalisco y a los jaliscienses como para que el próximo gobernador, y no el que está en funciones, salga rodeado de su “séquito” (dixit El Informador) a advertirle que aquí no agacharán la cabeza ni se quedarán callados? ¿Existe un motivo concreto, o varios, como para salir hoy a la plaza pública y advertir que aquí no nos dejaremos que se vulnere la soberanía  del estado?

Ayer en mi cuenta de Twitter escribí:

“Hay que reconocerlo: con su mensaje directo a , se coloca al frente de los gobernadores del país que no se han atrevido a levantar la voz y se la quieren “llevar bien” con el próximo presidente de la República para evitar represalias”.

“Quiéranlo aceptar o no, y aunque pudiera parecer una locura por el tiempo que falta, políticamente éste mensaje coloca a en la mira de la clase política nacional con miras al 2024, objetivo que, por supuesto, también ha registrado”.