Parece que en materia de recursos públicos los diputados de la 60 Legislatura se sumergen en un pantano, pues en su intento de desmarcarse de las dos pasadas legislaturas en las que este tema ha sido por demás escandaloso -ojo, no todo ha sido real y verdadero-, se hunden más.
Cuando en Marcatextos y en Radio Noticias 1070 cuestionamos los recursos destinados a las hoy famosas pero siempre polémicas “casas de enlace” -que siempre hemos sostenido fungen más como casas de campaña-, los legisladores siempre han encontrado un pretexto para justificar dicho gasto.
Al inicio de la actual Legislatura, cuando Miguel Castro, Gildardo Guerrero, Enrique Velázquez, Clemente Castañeda y Jesús Palos, todos ellos coordinadores parlamentarios y miembros de la Junta de Coordinación Política, suscribieron aquel “Pacto de Austeridad”, aquí en Marcatextos los retamos a que en el marco de ese Pacto desaparecieran las “casas de enlace (de campaña)”.
En su justificación, los diputados siempre alegaron que dichas “casas” les permitían estar cerca de sus representados y gestionar una serie de servicios que los ciudadanos les solicitaban, sin importarles en lo más mínimo distorsionar su naturaleza y responsabilidad, que es la de legislar.
De hecho, con darle prioridad a la “gestión” a través de sus “casas de enlace (de campaña”, los diputados asumen tareas que no les corresponden y con ello gastan (por no decir que despilfarran) recursos públicos -92 mil pesos mensuales por cada diputado- que deberían de destinarse a otras tareas o servicios.
O sea que son gastos que no deberían de contabilizarse en el presupuesto del Legislativo.
Bueno, pues cuestionados por los recursos destinados a esas “casas de enlace (de campaña)”, los diputados de todos los partidos rápidamente respondieron que a diferencia de pasadas legislaturas, hoy estaban obligados a demostrar y comprobar en qué se gastaban esos 92 mil pesos mensuales cada uno, y que con esto quedaba aclarada cualquier sospecha del mal uso de los recursos.
Hoy que se sabe en qué se gastan ese dinero… ¡se arma el escándalo! ¡se rasgan las vestiduras!
Hoy que nos damos cuenta en qué se gastan ese dinero, no solamente nos gratifica comprobar que la razón nos asistía y asiste en cuestionar las famosas “casas de enlace (de campaña)”, sino que hasta nos provoca una sonora carcajada…
Si, antes no sabíamos en qué se gastaban los diputados los recursos destinados a sus “casas de enlace (de campaña)”, pero ahora que lo sabemos… ¡más valdría seguir sin saberlo!
Y no porque nos guste vivir en la opacidad, sino porque no queremos pasar vergüenzas ajenas…
Reitero: el tema de las “casas de enlace (de campaña)”, o concretamente los recursos que se destinan a éstas, debe de desaparecer del presupuesto del 2014. Pero borrarlo realmente del presupuesto y no disfrazarlo en otro rubro.
Nada justifica el que ese dinero lo destinen a los pobres, a llevarles servicios o regalos a los que menos tienen. ¡Eso es hacer campaña sin “casa de enlace (de campaña)”! ¡Y esa no es la labor de un diputado…!
La verdadera austeridad del legislativo debe reflejarse en gastar menos, no en gastar en lo que sea siempre y cuando se compruebe.