La coalición denominada “De Frente por Jalisco” significa la “tabla de salvación” de dos aspirantes… Ricardo Anaya Cortés y Enrique Alfaro Ramírez.
Al menos así lo revelan fuentes cercanas a las negociaciones en la Ciudad de México para explicar por qué el Comité Ejecutivo Nacional blanquiazul pasó por encima de la decisión del panismo jalisciense de no ir en alianza con los partidos de la Revolución Democrática y el alfarista Movimiento Ciudadano, y obligar a su dirigente estatal, Miguel Ángel Martínez Espinoza, a firmar la alianza con sus similares Víctor Hugo Prado Vázquez y Guillermo Medrano.
Y es que mientras el dueño de la franquicia del partido Movimiento Ciudadano, Alfaro Ramírez, rechazó públicamente integrar la alianza por la gubernatura -porque advirtió en el PAN una férrea oposición a concretarla-, nunca se opuso a que pudiera darse en la elección para las presidencias municipales y las diputaciones locales, así que dejó intencionalmente abierta esa posibilidad, sabedor de que en la ciudad de México eso ya se estaba negociando entre las dirigencias nacionales.
¿La razón? En el alfarismo las cuentas ya no eran tan “alegres” y el optimismo de un triunfo asegurado se iba “apagando”, luego de que su equipo advirtió que ya había llegado al tope en la preferencia ciudadana, según las encuestas, y comenzaba ya el doloroso y preocupante descenso.
Lo anterior encendió las “luces amarillas” que los llevó a una conclusión: o se concreta la alianza local con el PAN y PRD o, contra lo que pudiera creerse, la derrota será inevitable.
¿Cómo lograrla si la Comisión Permanente y el Consejo Estatal del PAN habían rechazado por unanimidad y categóricamente cualquier alianza con el alfarismo? Colocando contra la pared al virtual candidato presidencial de la coalición  “De Frente por México”, Ricardo Anaya, con la amenaza: O se concreta el Frente en Jalisco o Movimiento Ciudadano abandona el Frente nacional, lo que significaría el alto riesgo de que el panista no obtuviera el alrededor de millón de votos de Jalisco que los alfaristas están seguros le pueden aportar para llegar a Los Pinos.
El encargado de poner sobre la mesa la advertencia alfarista fue el futuro coordinador de campaña de Alfaro, el aún alcalde Alberto Uribe Camacho, y quien la escuchó y tomó nota del lado de la dirigencia nacional del PAN fue su secretario general, Marcelo Torres Cofiño.
Esta es, según nuestras fuentes, la historia de por qué Ricardo Anaya -a través del CEN de su partido, advirtiendo que estaba en juego su posible triunfo en la carrera presidencial-, no tuvo empacho en faltar a su palabra de que serían los panistas de Jalisco quienes decidirían si iban o no en alianza con MC y el PRD.
Y aquí la dirigencia estatal entendió que lo que estaba en juego era el regreso del PAN a la presidencia de la Repúbica antes que la vergüenza de hacerle o no “el caldo gordo” a Enrique Alfaro y a su partido.
Ahora sólo falta saber cuál será, en este escenario, la conducta que asuman los panistas opositores a la alianza en la elección local: ¿votarán por los candidatos alfaristas o perredistas? ¿Sus candidatos en donde no van en alianza, serán severos críticos de los gobiernos alfaristas o tendrán “línea” de no tocarlos “ni con el pétalo de una rosa”?
Al tiempo.