Los próximos días, de esta semana, serán cruciales para que se defina quién será el candidato del PAN a la gubernatura. Y en la mesa hay un nombre que aún no se descarta: Elías Octavio Iñiguez Mejía, diputado federal por el distrito tres con cabecera en Tepatitlán.
Iñiguez Mejía fue presidente municipal de Yahualica, su tierra natal; diputado local y fue el único de los 19 candidatos federales panistas que ganó su elección de mayoría en el 2015. Tres victorias al hilo, que para no pocos dentro del PAN son su carta de presentación para mantenerse en la contienda por la candidatura al gobierno estatal, a la que le suman el que sea el presidente de la Comisión de Salud en la Cámara de Diputados.
Hombre cercano al círculo del ex dirigente Ricardo Anaya y del actual presidente, Damián Zepeda, Elías Iñiguez le apuesta también a ser representante del panismo fuera de la zona metropolitana de Guadalajara donde se asegura está la fortaleza del partido gracias a la estructura que ha logrado mantenerse en muchos municipios, distritos y regiones del estado.
Por su origen en Los Altos de Jalisco, hay quienes destacan que es también representante fiel del panismo que necesita resurgir de “entre las cenizas” en las que quedó luego del pasado proceso electoral y de las que, dicen, las sumió Ricardo Anaya al imponer la alianza local con el partido alfarista Movimiento Ciudadano y dejarle pocos espacios en las candidaturas a diputados federales.
El reto que tiene Iñiguez Mejía, de entrada como aspirante a la candidatura, es enviar el mensaje de que está dispuesto a no ser un candidato “testimonial” a sabiendas de que una victoria, en esta ocasión, está muy lejana; sin embargo, su tarea sería dejar en una mejor posición a su partido para los comicios intermedios del 2021 y posteriormente los concurrentes del 2024.
También tendrá como compromiso ser un verdadero adversario, sin simulación, de sus contrincantes Miguel Castro Reynoso, Enrique Alfaro, Carlos Lomelí y de quien postule el Verde Ecologista, pues hoy el panismo jalisciense –el de la militancia de principios y doctrina, no el de la nómina- no está como para hacerle “el caldo gordo” a cualquiera de sus competidores.
Elías Iñiguez, por su calidad de militante no metropolitano, podría ser el abanderado que logre animar a esa militancia del resto del estado –la del interior es la de la zona metropolitana, para que quede claro- que dice estar lista para participar en la batalla para regresarle al PAN, al mediano plazo, los días de gloria que vivió a partir de 1995 cuando ganó por primera vez la gubernatura con un candidato oriundo de Ciudad Guzmán, Alberto Cárdenas Jiménez, que rompió con todos los pronósticos, pero que dejó atrás cuando en 2012 perdió estrepitosamente unas elecciones en donde pagó la suma de errores y enfrentó quizás las más severas traiciones que supuestos “militantes” le pueden hacer a su partido.
A diferencia de otros aspirantes que no han podido sostenerse en esta carrera por la candidatura, Iñiguez Mejía llega como una de las dos últimas cartas que tendrá en su mesa la dirigencia nacional del PAN para definir el nombre y apellido de quien aparecerá en la boleta electoral, y todo parece indicar que esto se definirá en esta semana.
Ya no puede transcurrir más tiempo sin que los militantes del PAN conozcan el nombre de quien será su candidato, pues quiérase o no, aún y cuando se le denomine “precampaña”, sus adversarios ya le llevan ventaja en el camino recorrido, y es necesario que el abanderado panista recorte esa desventaja.
Así, pues, Elías Iñiguez se mantiene en la carrera por la candidatura de la que el panismo jalisciense espera mucho, cuando menos para hacer un papel digno en una contienda que se pronostica reñida y de resultado aún incierto.