Mientras cada vez aparecen más muertos -ejecutados- en Jalisco y esto parece no preocupar a nadie, hay interesados en llevar a la palestra del debate temas menores -lamentablemente hay que opinar sobre ello-, como el si es correcto o no, legal o ilegal, que el Gobierno del Estado de Jalisco organice un homenaje a un jalisciense distinguido llamado Juan Sandoval Iñiguez.
El tema del debate se centra, por supuesto, en que Sandoval Iñiguez es cardenal de la Iglesia Católica y Arzobispo de Guadalajara.
¿En qué legislación se establece que un gobierno no puede destinar recursos públicos para homenajear a un personaje que considera ser merecedor de ello? ¿En qué legislación se establece que pueden ser sujetos de un homenaje con recursos públicos, un personaje que se dedique a cualquier actividad legal, siempre y cuando no sea miembro -independientemente de su rango- de una iglesia o representante de una religión?
¿Alguien ha escuchado que el Gobierno de Jalisco pretende homenajear a Juan Sandoval Iñiguez por ser Cardenal, por ser Arzobispo de Guadalajara o por ser miembro de la Iglesia Católica? No, el homenaje es a un jalisciense que en su actividad ha realizado obras de beneficio social, como en su momento lo hicieron sus antecesores y como lo han hecho muchos otros jaliscienses más.
¿O cuál es la diferencia en las obras sociales que emprende Lorena Ochoa a través de su Fundación y las que hace el cardenal Juan Sandoval? ¿Cuál es la diferencia entre las obras realizadas por un iluestre ingeniero como Matute Remus y las efectuadas por un jalisciense como Sandoval Iñiguez?
¿O por el simple hecho de ser Cardenal y Arzobispo de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez pasa a ser un jalisciense de “segunda”?
Seguramente muchos no estarán de acuerdo con estos argumentos, pero vale preguntarnos si algo nos deja como sociedad centrarnos en la discusión de un tema como éste cuando Jalisco ocupa el primer lugar en homicidios de mujeres en el país; cuando, repito, cada 24 horas aparecen en las calles de la entidad cadáveres de ejecutados; cuando son otros los verdaderos problemas que agobian al grueso de los jaliscienses.
Comencemos ya a ver los verdaderos problemas del estado desde otra dimensión y no únicamente desde el alcance mediático y los beneficios personales, de  grupo o de partido que pueden obtenerse,