El coordinador de la fracción del PAN en la casi entrante 60 Legislatura, Gildardo Guerrero, escribió el domingo pasado en el periódico Mural -“A ordenar el Congreso estatal”- lo siguiente:
“Se cerró el telón de la LIX legislatura y terminó la tragicomedia; uno no sabe si reir o llogar. El bloque opositor al gobierno de Emilio González Márquez (PRI-PRD-PANAL-PVE) fue a la vez gobierno, administrador total del Congreso, guionista y principal actor del montaje. El PAN tuvo un papel de espectador con su minoría y quizá, en alguna medida, fue de ese público silente que nos hubiera gustado verlo más crítico y enérgico, justo como en el último año de su coordinación…”.
El texto de Gildardo Guerrero va en tono a las declaraciones que ante los medios de comunicación han hecho panistas como el hasta ayer coordinador de la fracción panista -hoy regidor en Zapopan-, José Antonio de la Torre Bravo o el diputado Héctor Álvarez Contreras. O diputados priistas como Mariana Fernández Ramírez o Jesús Casillas Romero.
Todos ellos, y algunos más que lo afirman “en corto”, han asumido sin rubor alguno el papel de “Poncio Pilatos”: se “lavan las manos”.
Pero nadie puede decirse inocente. Los 39 diputados son responsables, unos más que otros menos, pero todos son responsables. Lo mínimo, por omisión.
¿O van a decir que nunca se dieron cuenta de todas las irregularidades que estuvieron consignando puntualmente los medios de comunicación? Todos estos diputados que hoy pretenden deslindarse, ¿cuándo exigieron a su coordinador que les rindiera cuentas de todo lo que se ventilaba en los medios? ¿Cuándo exigieron a su dirigencia de partido que llamara a cuentas a su coordinador o a los presuntos responsables de lo que los medios publicaban?
En su texto, Gildardo Guerrero asienta:
“… El PAN (en el Congreso) tuvo un papel de espectador con su minoría y quizá, en alguna medida, fue de ese público silente…”.
Que nos disculpe Gildardo, pero lo menos que podemos decir es que la fracción panista fue un “público” cómplice y complaciente con todo lo que sucedía al interior del Congreso. ¿O acaso no se dieron cuenta de nada todos quienes fueron sus coordinadores, empezando por Abraham González -cuya coordinación fue breve, eso sí-, José María Martínez, Gustavo Macías y José Antonio de la Torre?
Hoy tampoco los diputados del PRI que han pretendido deslindarse del escándalo pueden asumir la imagen del trío de monos: no hablo, no veo, no oigo.
¿Cuándo carambas le exigieron a Roberto Marrufo cuentas?
Los más prudentes han sido los diputados del PRD y del Verde Ecologista, aunque éste último quizás porque Enrique Aubry ya despacha en San Lázaro y tal vez sienta que ya sorteó este problema.
Señores diputados, todos son responsables. Todos. A nadie le queda el papel de “Poncio Pilatos”.