Identificado como uno de los hombres más cercanos al ex gobernador y actual embajador de México en España, Francisco Ramírez Acuña, hoy Eduardo Rosales Castellanos confiesa que hay distanciamiento entre ambos.
Tres años sin cruzar palabra.
¿Qué pasó entre Francisco Ramírez Acuña y tú? ¿Qué paso con su relación política?
– ¡Yo no sé! Fui parte de, entre muchos otros, quienes en los noventas acudieron a invitarlo a que volviera a militar en el PAN; me tocó ser quien dio su discurso de presentación en la (búsqueda de la) candidatura (a la alcaldía de Guadalajara) contra César Coll Carabias en 1994… ¡fuimos muy amigos!
“Creo que nos ayudamos; él es alguien a quien le agradezco sus enseñanzas. Yo espero que él agradezca lo mucho o poco que le pude ayudar.
“Me parece que la distancia enfrió las cosas y me parece que hubo quienes se empeñaron en sembrar la discordia, y pues, lamentablemente hubo un distanciamiento…”.
– ¿Desde cuándo se no ven? ¿Desde cuándo no hay comunicación entre ustedes?
– Desde 2010. Y creo que hay capítulos así en la vida que yo asumo, que uno se va encontrando con amigos y compañeros en ciertas etapas de la vida y en otras se encuentra uno con otros…
– ¿Cómo quedó tu relación con Emilio González?
– Políticamente hubo muchos conflictos por diferentes percepciones de lo que se tenía que hacer en una cantidad importante de temas , pero en lo personal no rompimos la comunicación y no hace mucho nos hemos mensajeado.
– ¿Cómo ves la situación actual del PAN?
– No soy el más enterado, pero veo un PAN que aunque ha hecho institucionalmente el esfuerzo de hacer el análisis de qué ocurrió en el 2012, no ha concluido. Y no ha concluido no por falta de voluntad de la dirigencia sino por falta de participación de muchos de los actores del PAN en un análisis de qué ocurrió.
“Pero no un análisis sólo de números sino un análisis que tiene que ver en qué momento, seguramente anterior a 2012, el ciudadano que antes veía en Acción Nacional una opción para un gobierno honesto y eficaz o una alternativa de centro-derecha o liberal, empezó a considerara que sus valores personales ya no se veían reflejados en la institución.
“Este ejercicio, que ha intentado hacer la dirigencia, no ha contado con la participación de todos los que tenían que participar y, por el contrario, siguen debatiendo quién va a ser el próximo dirigente o quién va a ser el candidato o si hay o no alianza o ese tipo de cosas”.