Quizás hasta el momento, ninguna imagen había retratado fielmente lo que Ricardo Anaya Cortés hizo con su partido, Acción Nacional, como la que extraordinariamente proyectó ayer el cartonista Francisco Calderón, del Grupo Reforma, y que acompaña este texto.
Y quizás en ninguna entidad como en Jalisco, los panistas sintieron en la espalda cada golpe que con el mazo daba el otrora “Joven Maravilla” cada vez que personalmente negociaba con el jefe político del partido Movimiento Ciudadano o sentaba a sus enviados en Guadalajara a negociar con los alfaristas y les entregaba en “bandeja de plata” las candidaturas al Senado de la República, las 20 a diputados federales, algunas más a diputados locales y no pocas a las presidencias municipales, con tal se lograr consolidarse como el candidato de la coalición Por México al Frente a la presidencia de la República.
De todos esos “golpes” a mazasos que dió a la militancia panista jalisciense, quizás ninguno les dolió más como el haberlos humillado y obligado a contraer “matrimonio” por conveniencia con el alfarista Movimiento Ciudadano para ir “de la mano” en una alianza rumbo al Congreso del Estado y varios Ayuntamientos, cuando la decisión de la Comisión Política, del Consejo Estatal y del Comité Estatal fue, por unanimidad, ir a la contgienda solos, sin alianza alguna.
Esa traición y humillación al panismo jalisciense, la paga hoy Ricardo Anaya con la ausencia de apoyo por parte de los tres partidos que lo postularon en la entidad. Ni el PAN, ni el PRD ni el partido Movimiento Ciudadano. Ninguno hace campaña a su favor en su ausencia; ningún candidato de esos tres partidos pide el voto para su candidato presidencial; ninguno de esos partidos ni sus candidatos se atreven a repartir propaganda del abanderado tricolor (azul, amarillo y naranja).
Quizás por eso es que hoy miércoles Ricardo Anaya estará en Jalisco para cumplir un solo compromiso de hora y media, 90 minutos, (de 9:00 a 10:30 hrs), que es un encuentro con “la sociedad civil” bajo el techo y rodeado de las cuatro paredes de un salón del hotel Hilton, ante el fracaso de no lograr reunir a esa “sociedad civil” en una plaza pública.
Qué lejos quedaron aquellas estampas cuando la militancia blanquiazul salía con orgullo a llenar las plazas, manifestar y mostrar su fuerza en Jalisco, entregándole a sus candidatos los millones de votos necesarios para llevarlos a la presidencia de la República.
Y es que nunca se imaginaron que, en agonía, llegaría Ricardo Anaya a darle el “tiro de gracia” al panismo jalisciense.