Hace seis años, Andrés Manuel López Obrador obtuvo en Jalisco alrededor de 750 mil votos, muy por debajo del millón y fracción que obtuvieron el priista Enrique Peña, en primer lugar, y la panista Josefina Vázquez Mota, en segundo. Ahora, el tabasqueño parece estar decidido a “sacarse la espinita” y ser él quien obtenga la mayor votación de los jaliscienses de entre quienes aspiran a llegar a Los Pinos.
Pero además de lo anterior, López Obrador parece tener otro objetivo en la mira: complicarle hasta donde sea posible la contienda a quien ayer fue su aliado y hoy lo ha declarado abiertamente su enemigo, Enrique Alfaro Ramírez, impulsando a quien ha sido su amigo desde hace más de una década y quien también hace seis años jugó del brazo del candidato pemecista: Carlos Lomelí Bolaños.
Desde que arrancó la campaña, López Obrador ha visitado Jalisco en tres ocasiones y ha estado en Lagos de Moreno, Tepatitlán de Morelos y Zapopan. Y todo parece indicar que en el mes y medio que resta de la misma, el estado se convertirá en una de sus prioridades y su presencia será cada vez más reiterada, incluso en momentos en que nadie se imagina, como es un día antes y un día después del próximo debate del domingo 20.
Pasado mañana, un día antes del debate en Tijuana, el tabasqueño visitará Ciudad Guzmán, Jocotepec y cerrará en Tlajomulco, donde su coordinador de campaña, Alberto Uribe Camacho, ha puesto especial atención en la organización del evento. De hecho, se asegura que él pidió ser quien atendiera esta visita especialmente. Por supuesto que hay expectativa sobre lo que sucederá y lo que diga AMLO en la tierra donde Alfaro Ramírez asegura que nació su proyecto.
Pero apenas concluya el debate, al día siguiente regresará para visitar La Barca y Tonalá, para luego regresar al día siguiente y estar en Tlaquepaque y Puerto Vallarta y cerrar el miércoles próximo con un evento en Autlán.
Así, mientras López Obrador ha colocado a Jalisco como una de las entidades prioritarias a visitar y atender, los candidatos del PRI, José Antonio Meade Kuribreña, y el del Frente por México, Ricardo Anaya Cortés, parece no tener la menor importancia por el peso que tienen los votos en esta eleccion presidencial, quizás desanimados, el primero, por la triste realidad que enfrenta su partido, el PRI, mientras el segundo se enfrenta a la ausencia de un partido fuerte que lo respalde, mientras que al parecer se ha enfriado su relación con su aliado Enrique Alfaro, luego de que amagó con hacer alianza con el presidente Peña Nieto para evitar el triunfo de AMLO.
Creo que en los casos de Meade y Anaya, se ajusta muy bien aquella frase que dice: “camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”.