A lo largo de dos años nueve meses, Roberto Marrufo Rodríguez, como coordinador de la fracción mayoritaria del PRI, conoció muy bien a sus 38 compañeros con los que convivió durante 33 meses.
Por eso con toda la autoridad que eso le daba, ayer verbalmente les retiró la “máscara” con la que se cubrieron a lo largo de la actual Legislatura -aun aquellos que hoy ocupan otros cargos y se den “golpes de pecho”-, sabedor de que él mismo se descubría el rostro, y quizás como nadie, ni siquiera quienes desde este lado los juzgamos, “pintó” fielmente lo que fue la 59 Legislatura y cada uno de quienes la integraron.
La descripción de lo que fue e hizo la 59 Legislatura fue magistralmente presentada ayer desde la tribuna legislativa por Marrufo Rodríguez en un simple párrafo y 71 palabras, durante su informe de actividades en la última sesión. Textualmente dijo:
“Cada uno de los que integramos esta legislatura, los que seguimos aquí y los que ocupan algún otro cargo, deberíamos reflexionar en lo individual y asumir con responsabilidad los desaciertos, los abusos, las omisiones o las tropelías que llevó a cabo cada quien, con iniciativas insulsas, con el sabojate político institucional en los nombramientos de servidores públicos o el saqueo disfrazado de contratación, de compra, de apoyo o de gestión social”.
¿Cómo no reconocer esta magistral descripción que hizo Marrufo de quienes integraron la 59 Legislatura?
En tres palabras Marrufo resumió la actuación que caracterizó a los 39 diputados: “tropelías…”, “sabotaje…” y “saqueo…”.
Así de claro y tajante, aunque quizás ahora nos quedemos con las ganas de conocer los nombres de los diputados que incurrieron en el “sabotaje político” en los nombramientos de servidores públicos o de aquellos que recurrieron al “sabotaje disfrazado de contratación, de compra, de apoyo o de gestión social”.
¿Qué más se puede agregar a esta puntual descripción hecha por quien tuvo el poder de decisión en el Congreso del Estado como coordinador de la mayoría legislativa, que sea de mayor peso?
Mejor… ¡imposible!
Pero quizás ahora hasta por morbo quisiéramos saber nombres y apellidos -aunque a decir verdad los tenemos en mente-, de aquellos hoy exdiputados “con doble moral” que hicieron “desafortunadas declaraciones” y que por “captar reflectores deterioraron más la imagen de la institución (…) (y) las siguen haciendo con poco tino, poca dignidad y muy poca decencia”.
Como también quisiéramos saber nombre y apellido -¡claro! sabemos de quién habla- de quienes acusó de “enterrar la cabeza” para “no ser vistos mientras señalan con dedo flamígero desde otras latitudes y desde otros cargos, los problemas a los que ellos mismos contribuyeron con su precavida comodidad y sus intereses mezquinos”.
¿Ustedes creen que en San Lázaro o en el Senado, o en los ayuntamientos de Guadalajara y Zapopan, se ruborizaron quienes fueron diputados de la 59 Legislatura al escuchar a su compañero Marrufo?
No se ría, que es cosa seria.