No puedo evitar reír cuando leo o escucho -a estas horas del juego, cuando ya todo está hecho- que la elección de algunos de los consejeros electorales fue gracias a la calificación obtenida en la evaluación que les aplicaron o que no obstante que algunos aspirantes lograron una calificación por encima de los 30 puntos, quedaron fuera del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana.
Y río porque creo que ambas opiniones o posturas son equivocadas. Y son equivocadas porque como lo referí en un texto anterior, la creación del Comité Evaluador y su trabajo fue mera “pantomima”, “pantalla” o escenografía creada por algunos diputados para alcanzar sus objetivos que nada tenían que ver con elegir a los mejor calificados.
Esto, no obstante que hay quien insiste en justificar que bien valió la pena la creación y el trabajo del inútil Comité Evaluador, cuando los hechos demuestran que fue todo lo contrario.
Veamos:
Se pretende justificar que el Comité Evaluador fue un acierto y su trabajo también que porque Jorge Alberto Alatorre Flores fue el aspirante que obtuvo la más alta calificación -38 puntos- y que eso fue la causa de que el PRD lo propusiera para ser consejero electoral.
No, señores. Desde el principio el PRD jugó con dos candidatos de nombre Alberto: Alatorre Flores y Mario Alberto Ramos González. El primero, del grupo del rector Toantiuh Bravo Padilla; el segundo, del grupo del partido. Obvio que independientemente de la calificación -Mario obtuvo 35 puntos-, los diputados del partido del sol azteca impulsarían por encima de todo a Alatorre Flores. Y así fue. En eso no había discusión.
El PRI nunca tomó en cuenta al Comité ni la evaluación y mucho menos la calificación, porque siempre tuvo en claro quiénes serían sus candidatos y de ahí nadie los movería: Tomás, Juan y Everardo.
Los panistas fueron quienes se encargaron de demostrar que el Comité Evaluador y la “carabina de Ambrosio” eran lo mismo: propuso e impuso a candidatos que obtuvieron una calificación menor de 30 puntos. Y tan no sirvió dicho Comité, que el diputado Alberto Esquer -principal promotor del mismo- logró meter a su abogada, Ma. Virginia Gutiérrez Villalbazo, que obtuvo 25 puntos.
Dos ejemplos más de la inutilidad del Comité Evaluador: Uno, el PRI y el PRD aceptaron los candidatos del PAN con tan baja calificación y votaron a su favor; dos, Carlos Alberto Navarrete Ulloa, quien hoy se queja y descalifica la elección en la que participó, no fue elegido como consejero pese a haber obtenido 35 puntos en la evaluación.
¿Qué mas ejemplos, muestras y pruebas quieren de que por más que intenten convencer de que el Comité Evaluador y su evaluación “de algo sirvio”, fue una simple burda burla de los diputados que lo propusieron y aprobaron para quienes creyeron en él y para quienes lo integraron?
Más no se puede, la verdad.