Julio César Hernández
Días previos a iniciar el año de los Juegos Panamericanos, 2011, Herbert Taylor Arthur jura y perjura que su participación en la organización de la inauguración y clausura de esta justa no es para hacer negocios personales, como se sospecha.
“Si la pregunta es si veo en ello algo más allá del pago de honorarios, ¡pues no! Estoy muy lejos de ello porque no pasan por mis manos ni siquiera la tentación. No manejo recursos, así lo decidí”, confiesa. Y luego agrega:
“¿Por qué? Porque entiendo la política y entiendo que hay razones suficientes para ser malpensados. Yo me quise quitar la opción de equivocarme y quitarme la opción de ser atacado por dinero. Prefiero seguir transitando como alguien que ejerce funciones ejecutivas pero no presupuestales”.
Y como para que no quede duda a quienes a su salida del gabinete emilista deslizaron que las razones de ello era porque vislumbraba la excelente oportunidad de hacer negocios personales con los Panamericanos, Taylor Arthur insiste:
“No, deveras, no veo ni un solo peso, no pasa por mis manos ni un solo cheque, no pasa por mis manos nada de eso”.