Por Julio César Hernández

El sábado 27 de octubre pasado, cuando prácticamente ya estaba cocinada la candidatura única de Javier Guízar Macías a la dirigencia estatal del PRI, tras la declinación de los cuatro aspirantes restantes, José García Ortiz, secretario general de la CROM, buscaba entrevistarse con el virtual presidente electo, a través de terceros.

El enviado de García Ortiz le dijo –palabras más, palabras menos- , a uno de los hombres cercanos a Guízar:

“A Pepe García le urge hablar con Guízar para darle su firma. Dice que se vaya a su oficina, que ahí lo espera hasta las dos de la tarde”.

Llegó la hora y Guízar no llegó a la sede de la CROM. El enviado cromista insistió:

“Que García Ortiz suspendió el compromiso que tenía –una comida- en atención a Javier Guízar, por lo que lo esperaba hasta las cuatro de la tarde ahí en su oficina”.

Dieron las cuatro de la tarde y ni “luces” de Guízar en la sede de la CROM.

El enviado de García Ortiz cumplía instrucciones:

“Que en atención a la unidad del partido, iban a esperar a Guízar hasta las siete de la noche”.

Cerca de las 19 horas y al advertir que Javier Guízar no aparecería, el enviado dio el recado:

“Que si Guízar no puede ir, que aunque sea una llamada por teléfono, quieren platicar con él”.

Y ni siquiera la llamada telefónica se dio ese día.

Fue apenas el pasado miércoles siete cuando por fin Javier Guízar hizo acto de presencia allá en el vetusto edificio cromista del barrio de Analco.

Ahí platicó con José García Ortiz, quien quizás entonces no se atrevió a decir lo que declaró el domingo –cuatro días después de aquel encuentro- a los reporteros respecto a los dirigentes priístas:

“Yo no les voy a dejar el campo a esa bola de zánganos que están ahí, lo que vamos a hacer es tratar de echarlos para la calle, porque son las mismas prácticas de diario, los mismos abusos, los mismos caciques y las mismas gentes que no tienen fuerza ni carácter”.

Cuentan que ese día, José García Ortiz confesó a Guízar Macías cuáles eran sus pretensiones para seguir “fiel” al PRI y a su nueva dirigencia.

Aseguran que le pidió a Javier Guízar los siguientes espacios para las elecciones del 2009: las candidaturas a dos diputaciones plurinominales, una federal y otra local; un lugar en las planillas municipales que aseguren su llegada al poder para los Ayuntamientos de Guadalajara, Zapopan, Tonalá y Puerto Vallarta.

Cuentan que la respuesta que Javier Guízar le dio no fue del agrado del dirigente estatal de la CROM, cuya respuesta la dio, primero, al convocar a una asamblea política de su central obrera; y, segundo, al anunciar el desconocimiento a la próxima dirigencia estatal del PRI, que encabezará Javier Guízar Macías.

Y es que dicen que éste, al escuchar la petición de García Ortiz, le dejó en claro que esa no iba a ser la tónica de su presidencia, que no estaba comprometiendo espacios ni siquiera para la conformaciónd de su comité, que no había espacios etiquetados, sino que todo dependenría del trabajo, del posicionamiento y de una serie de elementos a tomar en cuenta.