Maggie G. Urzúa

I.- En Zapotlán les gusta alardear sobre “grandeza”: el adjetivo forma parte del nombre oficial, la presente administración usa como slogan “Tierra de Grandes”… y, en un futuro cercano, el problema más grande que enfrentará la población es la escasez de agua.

En la cabecera municipal (Ciudad Guzmán) nunca se ha padecido desabasto agudo, aunque el estiaje más reciente causó inusuales complicaciones. Las delegaciones cuentan una historia distinta que va empeorando.

Tras el auge del aguacate y los berries, los mitos se esparcieron y el comportamiento de la naturaleza convirtió esas creencias en verdades. Mientras la Zona Metropolitana de Guadalajara se colapsa con granizadas, en la “Cuna de Grandes Artistas” tenemos años sin presenciarlas.

El detalle debemos “agradecerlo” a los cañones antigranizo, artefactos utilizados públicamente desde los huertos para dispersar nubes con hielo que podrían estropear sus frutos de lujo. La opinión popular asevera que dispararlos también aleja las precipitaciones, la prueba son decenas de tardes donde las oscuras y amenazantes nubes se burlan de la esperanza de lluvia.

A la agroindustria también se le atribuye la “ordeña” de tuberías destinadas al suministro humano, en su lugar privilegian el riego. Y otro de sus legados es la deforestación que imposibilita la regeneración de los mantos freáticos, lo que ha ido secando el acuífero mientras los habitantes van al alza (muchos de ellos jornaleros agrícolas).

II.- La burocracia ha puesto su “gotita”. Los zapotlenses no tienen confianza absoluta por la CONAGUA, incapaz de revisar y castigar la perforación clandestina de pozos.

Cada ocasión que el organismo operador a nivel municipal, el SAPAZA, ejecuta obras para solucionar la problemática, un olor a drenaje brota. En las localidades del interior llevan años desperdiciando millones de pesos en adecuaciones para la red pública, pero el resultado final no ha cubierto la demanda ciudadana… sí la de los aguacateros.

Hace tres años comenzó la colocación de medidores, cuyo propósito ha sido crear un consumo consciente y generar una cuota justa. Sin embargo, el remedio se ha convertido en enfermedad, pues su instalación fue cobrada a presunto sobreprecio y, en algunos domicilios, las tarifas incrementaron.

La “cerecita” actual es el proyecto de reconversión hídrica, desarrollado en conjunto con el Instituto KWR de los Países Bajos y la empresa mexicana Victoria. Se supone Guzmán será su “ciudad piloto” a nivel nacional para modificar totalmente el sistema de manejo del agua, hasta volverlo eficiente y sustentable.

Funcionarios zapotlenses viajaron en mayo a Holanda para conocer a fondo la propuesta. Sostienen que es un plan a largo plazo y no representará más deuda pública; mas ciertos manejos opacos y el hermetismo inicial, han causado desdén entre el pueblo. Por cierto, se rumora en la comitiva mexicana iban algunos trabajadores de los ayuntamientos metropolitanos, donde también se estaría contemplando dicha “reconversión”.

III.- En los últimos meses hemos visto guiños de preocupación e interés por solucionar el desabasto a corto plazo: se han expresado el Director del SAPAZA, el Alcalde, multimillonarios empresarios en la Expo Agrícola Jalisco, ambientalistas o activistas de redes sociales.

Si sus discursos se quedan en papel, retórica o son vencidos por la tentación de la corrupción, todos los sectores socioeconómicos nos quedaremos sin agua en no menos de diez años. Pareciera que el servicio se mantiene estable, pero nuestra fragilidad está más que comprobada.