Desde 2015, Pedro Kumamoto Aguilar ha cometido una serie de errores propios de quien es novato en estas lides de la política, y aquí en Marcatextos -ahí está en nuestro archivo- hemos sido puntuales en la crítica a su actuación no como candidato independiente, porque estaba experimentando ese camino, pero sí como diputado con ese carácter al asumir posiciones y conductas propias de políticos de partido, como aspirante al Senado de la República y posteriormente cuando junto con sus compañeros de Wikipolítica decidieron fundar su propio partido al que denominaron Futuro.

A partir de septiembre del 2020 cuando obtuvieron su registro como partido político estatal, Kumamoto Aguilar se convirtió en su líder moral, y como tal se ha desempeñado. Por eso, hoy a Pedro no debemos verlo como aquel joven romántico, idealista, que quiso “comerse al mundo” desde el Distrito 10 con cabecera en Zapopan, a través de una eficaz y efectiva campaña mediática sostenida por quienes fueron identificados como sus “padrinos” itesianos. No, hoy hay que verlo, analizarlo, criticarlo y cuestionarlo como todo un político profesional, “dueño” de un partido político y que actúa como los líderes morales y “dueños” de otros partidos, como es el caso del gobernador Enrique Alfaro Ramírez.

Creo que sin pretender ser una réplica de él, Kumamoto ha actuado y actúa prácticamente igual que como lo hizo y hace Alfaro. Ambos -y ahí están sus discursos- dijeron en su momento que no eran como los políticos de antes, que ellos sí eran diferentes, y en la práctica han resultado igual que los políticos que tanto critican, sólo que más refinados. O, incluso peor, pues a diferencia de aquellos políticos de antes, ellos no tienen contrapesos al interior de sus partidos. Pero serán sus correligionarios quienes paguen las consecuencias.

Por eso aquello que le dijo ayer Alfaro Ramírez a Kumamoto Aguilar, de que “vendió” sus principios “por un plato de lentejas” -un lenguaje muy característico del Mandatario contra aquellos adversarios en los que ve un riesgo para su causa política (ejemplo Raúl Padilla, Ricardo Villanueva-, está fuera de lugar, porque el Pedro del 2023 no actúa como el Pedro del 2015, como el Enrique del 2023 tampoco actúa como el Enrique del 2009.

Entiéndanlo: Hoy Pedro Kumamoto es tan político como Enrique Alfaro. Si éste se alió con priistas, panistas y perredistas en elecciones pasadas, pese a que tanto los criticó, ¿por qué aquel no puede aliarse con Morena, PT, Verde Ecologista y Hagamos, que es el motivo de la critica alfarista? ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué en Casa Jalisco creen que “lo que en el rico es alegría, en el pobre es borrachera”? Es más, hoy el gobernador Alfaro hace exactamente aquello que tanto le criticó a los priistas y que supuestamente fue la causa de su renuncia al PRI. ¿O alguien advierte alguna diferencia?

Afirmar que Kumamoto “se vendió por un plato de lentejas” es pretender olvidar el pasado propio. Y es un falso debate -a conveniencia- querer ver en 2023 al joven idealista del 2015 y negarse a reconocer -a conveniencia- al Pedro político, al líder moral de su propio partido, que es congruente con el actuar de quienes hoy juegan el mismo rol.

Como candidato y diputado independiente, Pedro cometió errores, como los comete y seguirá cometiendo ahora como político profesional. Por eso tiene hoy todo el derecho de aliarse con quien le dé la gana y considere que le es más conveniente para conseguir sus propósitos y satisfacer sus intereses, al igual que en su momento lo hizo Alfaro y que lo llevaron a ser hoy gobernador de Jalisco.

Pretender hacer creer otra cosa, no es sino mera hipocresía política.