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No sé qué prisa tenga el grupo Jalisco de Movimiento Ciudadano por tener ya su candidato a la gubernatura, cuando ningún otro partido -ni siquiera los que conforman el Frente Amplio por México- ha manifestado su interés por ya tenerlo. Sí, Morena lanzó la convocatoria para elegir al(a) coordinador(a) de Defensa de la Cuarta Transformación en el estado, pero no es sino la réplica local de lo que efectuaron a nivel nacional. Pero MC no estuvo en ese supuesto.

Quizás la decisión la tomen la próxima semana, luego de la Asamblea Nacional, o en los primeros días de octubre.

Pero de acuerdo a lo declarado por los aspirantes a suceder a Enrique Alfaro Ramírez, desde hace semanas instalaron una mesa de diálogo para, entre ellos, ponerse de acuerdo en ver quién tiene el perfil que se requiere no sólo para ser un buen candidato sino un buen gobernador. Alrededor de esa mesa estarían sentados Clemente Castañeda Hoeflich, Alberto Esquer Gutiérrez, Jesús Pablo Lemus Navarro y Salvador Zamora Zamora, y serán tres de ellos los que tendrían que estar a favor de uno de los cuatro para ser el abanderado naranja.

¿Cómo se tomará la decisión entre ellos? ¿Serán capaces de ser humildes y reconocer tres de ellos que quizás sus debilidades son mayores que los del cuarto en la contienda? ¿Lograrán despojarse de cualquier tufo de soberbia y entender que sólo uno de los cuatro puede ser el candidato a la gubernatura? ¿Cuáles serán los factores que cada uno de ellos pondrá sobre la mesa para evaluarse entre sí y llegar a la conclusión de quién debe ser su candidato?

La verdad me cuesta trabajo imaginarme esa escena de Clemente, Alberto, Jesús Pablo y Salvador dialogando sobre sus respectivos atributos o los atributos de entre ellos como adversarios. No los veo hablando de eso en concreto, porque es tanto como perder el tiempo cuando los cuatro manifestaron “a los cuatro vientos” que quieren ser el candidato de Movimiento Ciudadano a la gubernatura. En este sentido me los imagino diciendo: “Yo debo ser el candidato porque…”, y soltar una lluvia de autoelogios, porque no creo que uno de ellos sea capaz de reconocer sus debilidades, porque entonces no habría razón para estar en esa mesa.

Me los imagino, más bien, “haciendo tiempo” en espera de que el Gran Elector -léase Alfaro Ramírez-, se decida por quién de ellos debe ser el que busque ser su sucesor y les explique a los otros tres por qué ninguno de ellos se hizo merecedor de esa designación, aunque seguro recibirán otra encomienda más acorde a su perfil.

Y es que si realmente estos cuatro personajes tienen en sus manos la decisión de quién debe ser el candidato, recordemos que uno de ellos ya dictó sentencia: “Conmigo MC gana, con los otros… pierde”. Con ese simplismo, entonces ya no deben de perder el tiempo ni hacérselo perder a quien ya se autoeligió y decidió que la popularidad debe de ser el único factor a considerar para ser el candidato.

En cambio, hay voces entre estos cuatro que han advertido: “Yo creo que en una contienda interna, eventual, todos los factores cuentan. Cuenta la popularidad, pero cuenta también la presencia territorial, la eficacia de la propia estructura partidista. Cuenta muchísimo el contenido del discurso, el programa de trabajo, la visión que se tiene sobre el estado, la interlocución que hay con los distintos miembros de la sociedad civil organizada, la empatía con ciertos temas que son de interés público… ¡todo! “Subrayo: todo cuenta. Un solo aspecto no es suficiente para lograr una candidatura o para, incluso, ganar una contienda, de tal suerte que, por eso, creo que a este proceso le faltan muchas cosas, porque lo que hay que hacer es una valoración integral de los perfiles”. (Clemente Castañeda a Opinión Política 19/02/2023).

Ayer Alberto Esquer declaró que en caso de no lograr ponerse de acuerdo los cuatro aspirantes, entonces irán a una contienda interna bajo las reglas que ponga el partido.

No veo en el escenario de Movimiento Ciudadano una contienda interna, pero si advierto el riesgo de que no elijan al mejor perfil no sólo para ser candidato sino gobernador, pues no hay que ignorar que arrancan la contienda electoral como favoritos para ganarla. Tienen con qué y cómo, pero no pueden descuidar todos los ángulos y factores.

Enrique Alfaro no puede equivocarse al dejar a su sucesor; no puede cometer un error del que posteriormente él y sólo él se arrepentirá. El Gran Elector de Jalisco del 2023 no puede ser el “Díaz Ordaz” de 1970 ni el Salinas de 1994, que luego se arrepienta de haber designado como candidato al “Echeverría” o “Zedillo” jalisciense. Seguramente Alfaro sabe cómo el entonces secretario de Gobernación le hablaba al oído al presidente de la República, y si no lo recuerda, debería de leer, antes de tomar la decisión, el libro de “Los Presidentes” de Julio Scherer García, todo, y luego tomar nota, particularmente, el breve capítulo que inicia en la página 249 donde relata qué le respondió Carlos Monsiváis cuando le preguntó qué pensaba de Luis Echeverría.

Eso podría darle mucha luz a Enrique Alfaro.

Y si no, al tiempo…