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Por Hugo Luna

Una vez concluido los dimes y diretes internos del PAN, lo cual es urgente, el gobernador deberá reflexionar en reconfigurar su equipo de trabajo con la finalidad de atender las nuevas condiciones políticas.

Se trata de un gobierno con menos alfiles en el congreso, del otro lado hay un PRI muy fortalecido, pero ojo, entre la nueva bancada de legisladores no hay la suficiente experiencia legislativa. Hay honrosas excepciones.

Emilio González Márquez tiene dos opciones estratégicas. La primera es confrontarse con el PRI. Tenerlo contra las cuerdas del ring. Enviar al congreso iniciativas en temas torales: la reactivación económica emergente de los sectores productivos del estado. 

Conjeturo que al PRI no le agradaría que le echaran todo el aparato gubernamental. Esta estrategia implicaría un gobierno activo, dispuesto a trabajar por lo que él considera deben ser las acciones que necesita Jalisco en la actual crisis económica. Por supuesto, apoyado por un gabinete de funcionarios que den resultados. Secretarios con capacidad de debatir con la mayoría tricolor.

La segunda opción para González Márquez es llevar la fiesta en paz en lo que resta de su gestión con los priistas. En materia legislativa, cooperar. Negociar todo lo que pueda con el PRI, aunque el gobernador  tenga pocas fichas para hacerlo. Asumir la corresponsabilidad del gobierno para sacar adelante al estado.

Esta estrategia de cooperación implica un gabinete diferente: conciliador, de gente con capacidad de interlocución con el PRI.

Los cambios que haga en su gabinete veremos qué quiere hacer Emilio González en la segunda parte de su sexenio: si decide ponerse del tú por tú al PRI o cooperar con ellos.