La nueva generación de priistas demuestra una y otra vez que su sangre lleva intacto el ADN del viejo PRI. Ahora lo demostraron designando al frente de la Confederación Nacional Campesina (CNC) en Jalisco a otro dirigente urbano que prácticamente nada sabe de la realidad de los productores del campo.
Roberto de Alba Macías, quien tal vez la única producción agrícola en su vida ha sido el frijol que sembró en el kínder en un vaso con algodón y agua, ocupa desde el pasado 25 de enero la representación de los productores del campo afiliados al PRI.
¿No habrá en las filas del PRI un auténtico productor del campo, con un verdadero liderazgo, que pueda ocupar esa posición?
Con esto se mantiene la tradición priista de poner al frente de éste, que es uno de los tres sectores reconocidos estatutariamente, a un político de ciudad para usurpar la representación del sector agropecuario del PRI.
No por nada la producción del campo pasa una y otra vez por crisis que han acabado por despoblar al campo, por incrementar la migración a las ciudades y por casi extinguir al ejido y la comunidad agraria del espectro productivo.
Los últimos dirigentes de la CNC en Jalisco, en las últimas décadas, han concentrado sus actividades en la legalización de camionetas ilegalmente internadas al país (chuecas),  en gestionar (coyotear) apoyos para los productores del campo reales o ficticios y en vivir (en la ciudad) con parte del dinero que el PRI recibe como prerrogativas, mientras llega la hora de la designación de candidaturas para buscar una diputación o una regiduría.
Ni en el PRI ni en la CNC aprenden de su pasado.
Tal vez por eso la fuerza real de la CNC en Jalisco se reduce a una oficina, hojas membretadas y un sello.