Si buscas hacer una carrera en la política para alcanzar el poder público, o ya lo ejerces, ten en cuenta estas realidades:
1. El poder público es adictivo y se convierte en una necesidad vital. Por eso, para mantenerlo, es altamente probable que tengas que renunciar a tus principios, dignidad y moral.
2. Mantener el poder público cuesta mucho dinero, y los sueldos en este sector -por muy altos que parezcan- no permiten cubrir esos costos. A menos que seas rico, y estés dispuesto a invertir tu fortuna en una carrera política, el resto de los recursos tendrás que obtenerlos de fuentes ilegitimas.
3. Entre más alto subes crece la probabilidad de que pierdas a tu familia (esposa o esposo e hijos) y a tus verdaderos amigos. El sexo interesado, los aduladores y los oportunistas ocuparán sus lugares, si no mantienes los pies en el suelo.
4. Si en algún momento decides llevar a cabo un acto ilegal, inmoral o ilegitimo, considera que enseguida empezarás a cometer otros, cada vez peores.
5. Tendrás muchas coyunturas que te orillarán a traicionar a amigos, aliados y colaboradores, hasta que un día tu carrera política te lleve a traicionarte a ti mismo.
6. Algún día, sin darte cuenta, dejarás de escuchar. Ese momento marcará el inicio de tu caída.
7. También llegará la hora en la que, después de engañar a muchos, empezarás a engañarte a ti mismo.
8. Conforme vayas acumulando más poder político, irás perdiendo el poder más importante: el de gobernarte a ti mismo.
9. Habrá muchos momentos, muchos, de soledad en los que te cuestionarás si realmente ha válido la pena lo que has hecho.
10. El poder no dura para siempre.