Por Julio César Hernández

Después de 12 años de haber perdido por primera vez la gubernatura del estado; de dos intentos fallidos por recuperarla; del paso de cuatro dirigentes al frente del PRI estatal y de estar en la antesala de la contienda interna por una nueva presidencia, los ex legisladores de este partido escucharon una realidad que ahí estaba pero que nadie quería ver ni mucho menos reconocer.

Juan José Bañuelos Guardado, ex legislador y ex alcalde de Zapopan, fue categórico y demoledor al referirse al PRI y a los priístas.

Señaló que no ha sido costumbre de éstos “reconocer equivocaciones, admitir errores, aceptar que las cosas salen mal. Como organización -agregó-, padecemos una grave deformación democrática y funcional; durante muchos años hemos aceptado las cosas sin asombro y sin reclamo”, con lo que desarrollaron, dijo, “una grave incapacidad para ejercer la crítica”.

Orador ante la Asociación de Ex Legisladores Jaliscienses, Bañuelos Guardado explicó que la intención del foro en el que hablaron los tres ex candidatos a la gubernatura (Eugenio Ruiz, Jorge Arana y Arturo Zamora) fue conocer de propia voz de los actores, cómo vieron y vivieron sus respectivos episodios electorales.

Sin embargo, advirtió, hubo entre algunos priístas la idea de que con estas comparecencias existía una doble intención. Y agregó: “Entre nosotros parece existir un gusto perverso por la especulación (…). Estamos muy hechos a la malicia y a la desconfianza, pero lo cierto es que durante muchos años hemos estado ausentes de una práctica democrática que nos permita conocer, cuestionar, evaluar”.

Ya encarrerado en su discurso, Bañuelos criticó que los sectores cometieron el pecado del corporativismo y carecen de una organización territorial”, y apuntó que al desaparecer a los sectores “nos despersonalizamos. Hoy somos un partido que no defiende ni a obreros ni a campesinos y ve el desmoronamiento de sus clases populares”.

Apuntó luego que el PRI “produce” democracia social y justicia, gobierno y representación, y conocimiento.

Sin embargo, “comparecemos a los procesos electorales fracturados internamente; en materia electoral hay mucha improvisación. Somos una organización que se comporta como un partido en el poder y no tenemos conciencia de que estamos en la oposición”.

Bañuelos Guardado no desaprovechó la oportunidad de criticar la lucha generacional que se registró al interior del partido. Dijo que tras la derrota de 1995 se iniciaron dos formas de actuación “que son muy discutibles: primero, con el pretexto de que los viejos habíamos sido derrotados, se estimula una lucha entre viejos y jóvenes y luego se muestran como priístas que no quieren ser priístas.

“La juventud se ha convertido, por simple naturaleza, en una virtud, olvidando que a la política se llega por capacidad y no por juventud, olvidando que la juventud es una enfermedad que se quita con el tiempo”.

Denunció que el PRI padece de una grave dolencia que puede ser mortal por necesidad: la simulación, que es el mayor problema dentro del partido.

“Cuando no hay convicciones -advirtió-, todos simulamos: dirigentes, militantes y hasta los propios candidatos. Los simuladores desdeñan el trabajo territorial, el acercamiento con la gente, les gusta más salir en la foto, pasar la tarde en el café, en el bar de moda; su ideal en la vida es ver su nombre en las columnas políticas, de ahí que les guste departir con periodistas, compartir con ellos los misterios de la política.

“Suplen el trabajo con el rumor, construyen proyectos que no son capaces de realizar, diseñan estrategias en el ‘topus uranos’, creen ciegamente en las encuestas y consideran innecesario el trabajo pesado y difícil de organización territorial”.

Lo curioso después de escuchar a Bañuelos Guardado, es que el tema que los asistentes traían en boca era la reunión de un selecto de 15 priístas con los delegados Jaime Aguilar y Raúl Mejía, con la que se reflejó la exclusión y división que tiene enfrentado al priísmo jalisciense.