El partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) está convertido en un gran circo en el que sus cúpulas, sin el disfraz de payasos, se lanzan “pastelazos” un día sí y el otro también; donde lo mismo hay malabaristas que contorsionistas. Y lo mejor: las funciones son gratis, para chicos y grandes, a todas horas y en cualquier día de la semana.

En estos momentos, a menos de un mes de que arranque el proceso electoral con miras a las elecciones del 2021 -para lo que faltan 10 meses- no hay nada rescatable de Morena ni a nivel nacional ni estatal. Las tribus que lo componen lo tienen convertido en un botín del que todos quieren quedarse con la mayor parte, bajo la bandera de la “democracia” y convocando a una ilusoria unidad que es lo más lejano de lograr en un partido en que las ambiciones son desmedidas.

Morena es, hoy por hoy, un partido-movimiento sin pies ni cabeza. Literal: sin pies, porque no avanza, no camina; y sin cabeza, porque no hay cerebro, nadie piensa.

A nivel nacional tenemos a una dirigencia, encabezada por Alfonso Ramírez Cuéllar, que no es sino la viva imagen de su realidad: la división y los “golpes” por “debajo de la mesa”; que no sabe qué hacer y que llegó para replicar lo mismo que hizo y le criticó a su antecesora: llegar al poder para buscar perpetuarse en él, pese a que tiene el mandato del Tribunal Electoral de convocar a la elección del nuevo comité en un plazo determinado. La misma encomienda que tenía la dirigencia que relevó y que encabezaba la secretaria general, Yeidkol Polevnsky, y a la que quitaron por no ejecutarla a tiempo. Hoy el plazo ya se le venció también a Ramírez Cuéllar.

A escala estatal, tenemos a una dirigencia, presidida por Hugo Rodríguez Díaz, no reconocida por el Comité Ejecutivo Nacional y desconocida por las autoridades electorales -entiéndase el INE_, pero que se aferra al poder en espera de que el Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial le permita existir con el nombramiento que le dió una dirigencia ya inexistente.

Y la relación entre una dirigencia y otra es una verdadera vacilada: Ramírez Cuéllar contra Rodríguez Díaz y Rodríguez Díaz contra Ramírez Cuéllar. Y en medio de este pleito, tribus que se disputan un espacio -la dirigencia estatal- para el que ninguno de los que las encabezan tienen la estatura necesaria, y mucho menos la autoridad, para presidirlo, por el simple hecho de no se factores de unidad.

Es ridículo enterarnos las numerosas veces en que Alfonso Ramírez desconoce a Hugo Rodríguez como dirigente estatal -coordinador en funciones de presidente, es el pomposo nombre-, las mismas que Hugo Rodríguez lo ha “mandado al diablo”. Y lo peor, el fin de semana pasado el primero estuvo en Jalisco y reiteró que en el estado Morena no tiene dirigencia, pero mientras las tribus hacían su aparición en redes y chats en busca de ser una de ellas la elegida, Rodríguez Díaz seguía en su papel de dirigente atrayendo la atención de los medios de comunicación.

Así, pues, seguiremos disfrutando de la función circense de los morenistas hasta que haya quién ponga orden y mientras que su jefe máximo, Andrés Manuel López Obrador, nos ofrece en otra pista un nuevo espectáculo en sus tradicionales “mañaneras”, ofreciendo distractores y levantando “cortinas de humo” mientras el país se le deshace en las manos y los mexicanos padecemos de un gobierno que ha hecho tanto daño en tan poco tiempo como ningún otro.

¡Qué continúe el show…!