Por Maggie G. Urzúa

Mejor, imposible… el caso número uno de Covid-19 detectado en un funcionario de primer nivel dentro del Gobierno de Jalisco, recayó en el más oportunista de sus integrantes: Alberto Esquer Gutiérrez, secretario de Agricultura y Desarrollo Rural.

Aun asintomático, un contagio es digno de lamentar; sin embargo, es imposible quitar el ojo del manejo en torno a la situación, propicia para que el titular de la SADER Jalisco terminara de posicionarse entre los medios de comunicación estatales.

Esta promoción se convirtió en un ingrediente extra para las aspiraciones de Esquer Gutiérrez, quien ha manejado un perfil bajo en su paso por la secretaría (raro para su protagonismo) y desde ahí está cocinando una candidatura a la gubernatura de Jalisco.

Aparenta ser el “plan B” del Partido Movimiento Ciudadano, la realidad es que podría llegar en 2024 como el precandidato puntero y predilecto.

Señales hay varias. La primera es cómo se ha ganado la confianza total del gobernador Enrique Alfaro: las grandes giras al interior del estado son de su mano; basta observar que la única salida del mandatario al inicio de la “nueva normalidad” fue a la región Sur, cuna de Esquer.

El campo recibió un aumento considerable de presupuesto en comparación con el sexenio pasado, emulando a las épocas del PAN donde inició su carrera el hoy secretario.

Los grandes proyectos de la administración pasan por las manos de la SADER; aun sin guardar relación directa con la agricultura o las zonas rurales, el responsable del área está al frente de obras carreteras y remodelación de mercados; también lo mandan a repartir uniformes y mochilas (programa Recrea). De igual forma, es parte del rescate del río Santiago.

“A Toda Máquina”, emanado directo de esta dependencia, ha sido el programa del gobierno alfarista más destacado, para bien y para mal: para bien, por la enorme gestión de recursos que conlleva y la influencia geográfica que representa; para mal, por las enormes corruptelas destapadas en torno a la licitación.

No obstante, pese a su historial de “moches” y concesiones amañadas durante su paso como diputado federal y alcalde de Zapotlán el Grande, el nombre de Alberto Esquer jamás ha aparecido entre las cabezas que orquestaron el mayor acto de corrupción del sexenio. Se percibe un cuidado a su imagen desde la jefatura del Poder Ejecutivo.

Los acuerdos con importantes sectores empresariales han llevado como principal negociador al Secretario, al cual también le han dado algunas facultades para promoverse, como la supervisión de filtros carreteros al inicio de la pandemia por el nuevo coronavirus.

Con paso discreto pero seguro está cabalgando este personaje a cumplir con su ambición de aspirar a la gubernatura del Estado. Predicción que se agudiza al observar al decaído equipo de los emecistas originales.

No hay que perderlo de vista pues la descarada exhibición de su contagio podría ser el banderazo de una incipiente precampaña. Al tiempo.